- Ellie WoonlonPoeta en ciernesGenerador de debatePremio a la participación activa en el foroPopularidadGalardón al poeta cuyos temas gustan a la comunidadMirmidónVeterano del foro
- Mensajes : 79
Numen del poeta : 1822
Reputación : 14
Fecha de inscripción : 31/05/2020
Edad : 23
Localización : Argentina
Poema de lo que le diría a Sofía si la viera
Jue Jun 11, 2020 7:21 pm
Cierta vez conocí a una tal Sofía... toda una chiquilla.
En aquellos tiempos, en la escuela; era mi enemiga.
Primero la rivalidad me había declarado.
¿Por qué me volví su blanco, si no la conocía?
Ah, sí que lo sabía, Sofía. Pero yo me hacía tu exagerada víctima.
Aún no entendía la manipulación, tu sabiduría.
Hasta que crecí, e hice uso de la misma.
Ah, niña... ¿Dónde estarás?
Quiero imaginar que por fin eres feliz,
si apenas descubrí por qué fuimos así.
Imaginar, que no necesitas todo al aire decir;
que callas muchas veces, y otras te ríes de ti.
Ay, eras terrible cuando te conocí;
y yo también tenía lo mío.
Creo con esperanza que habrás crecido,
y persona afable serás, con buen juicio.
Apuesto a que no recordarás tu dicho:
"Para mí... reflexionar es como bañarse, profe".
Unas carcajadas resonaban en ese entonces,
¿cómo melones... iban a entender en la escuela tu mensaje?
Y lo explicaste, nos regalaste el dibujo de tu espacio relajante.
La ducha, la tina; o el balde. Ese momento de soledad para asearse.
Al final del día, antes de ir a dormir, yo padezco lo mismo.
Pero a lo que realmente esta carta ha venido:
Lamento lo que haz sufrido, y de haber sido apática contigo.
Tenía activado el modo defensivo, y cuando uno levanta una coraza no ve del otro lado.
Como si el raciocinio hubiera abandonado, disparé:
"Todo muy lindo tu acto".
No te vi a ti, ni a tus lágrimas; tú llorando frente a mi triste banco.
Sí sentí el repudio del salón, y un pañuelo con mocos me arrojaron.
Controlar al pueblo era tu mecanismo, y ejercías más peso que ladrillos...
Por mencionar acerca de tu padre fallecido.
Intenté tanto cosechar en la oscuridad, por miedo a que lo vieran y me robaran el trigo.
Sin luz, inútil es el campo ¿Qué me queda acotar, y cuánto me tomará el perdón?
No tengo más opción, destruir al otro puede ser pan comido.
Pero cuánto le costó amasarse a sí mismo...
Pruebo suerte, mi último recurso decisivo, y el dado tiro.
Uno, dos, tres... Salió el número cuatro, uno prolijo, mi favorito.
Qué aburrido, quedó un trivial juego de mesa vacío de rivales no enemigos.
Por eso firmo este escrito: otro día juguemos de nuevo, sin herirnos.
En aquellos tiempos, en la escuela; era mi enemiga.
Primero la rivalidad me había declarado.
¿Por qué me volví su blanco, si no la conocía?
Ah, sí que lo sabía, Sofía. Pero yo me hacía tu exagerada víctima.
Aún no entendía la manipulación, tu sabiduría.
Hasta que crecí, e hice uso de la misma.
Ah, niña... ¿Dónde estarás?
Quiero imaginar que por fin eres feliz,
si apenas descubrí por qué fuimos así.
Imaginar, que no necesitas todo al aire decir;
que callas muchas veces, y otras te ríes de ti.
Ay, eras terrible cuando te conocí;
y yo también tenía lo mío.
Creo con esperanza que habrás crecido,
y persona afable serás, con buen juicio.
Apuesto a que no recordarás tu dicho:
"Para mí... reflexionar es como bañarse, profe".
Unas carcajadas resonaban en ese entonces,
¿cómo melones... iban a entender en la escuela tu mensaje?
Y lo explicaste, nos regalaste el dibujo de tu espacio relajante.
La ducha, la tina; o el balde. Ese momento de soledad para asearse.
Al final del día, antes de ir a dormir, yo padezco lo mismo.
Pero a lo que realmente esta carta ha venido:
Lamento lo que haz sufrido, y de haber sido apática contigo.
Tenía activado el modo defensivo, y cuando uno levanta una coraza no ve del otro lado.
Como si el raciocinio hubiera abandonado, disparé:
"Todo muy lindo tu acto".
No te vi a ti, ni a tus lágrimas; tú llorando frente a mi triste banco.
Sí sentí el repudio del salón, y un pañuelo con mocos me arrojaron.
Controlar al pueblo era tu mecanismo, y ejercías más peso que ladrillos...
Por mencionar acerca de tu padre fallecido.
Intenté tanto cosechar en la oscuridad, por miedo a que lo vieran y me robaran el trigo.
Sin luz, inútil es el campo ¿Qué me queda acotar, y cuánto me tomará el perdón?
No tengo más opción, destruir al otro puede ser pan comido.
Pero cuánto le costó amasarse a sí mismo...
Pruebo suerte, mi último recurso decisivo, y el dado tiro.
Uno, dos, tres... Salió el número cuatro, uno prolijo, mi favorito.
Qué aburrido, quedó un trivial juego de mesa vacío de rivales no enemigos.
Por eso firmo este escrito: otro día juguemos de nuevo, sin herirnos.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.