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Jordi Thos
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La Dama - Pequeña fábula de ajedrez Empty La Dama - Pequeña fábula de ajedrez

Vie Jun 12, 2020 12:17 am
Había una vez, un rey tan confiado, que dejaba que su reina vagara libremente por todo el reino. Un día, enrocado en sus aposentos, a través de las rendijas de peones, divisó cómo se aproximaba el ejército enemigo. Rápidamente preguntó: "¿Dónde está la reina, dónde está la reina?" La reina, por supuesto, no estaba en el castillo, confiaba en exceso en su poder y en su libertad de movimientos, así como en la protección de la guardia, de modo que había salido en busca de aventuras.
Aquel día, la reina se había adentrado tanto en los confines de su ala, que cuando se dio cuenta, estaba en los límites de su reino. Allí se encontró con un caballero andante con el que se puso a tontear, hasta que anocheció. Ya de regreso al castillo, sus consejeros la informaron de que el enroque, había sido asaltado. El caballero y los dos peones encargados de su custodia, habían caído en su intento de repeler el asedio. El rey, había sobrevivido pero había sido llevado fuera de la protección de las murallas, a campo abierto, donde aún se encontraba, tropezando en la oscuridad, esquivando hábilmente los lances enemigos, mientras se debatía entre la vida y la muerte.
Horrorizada, la reina se asomó por la ventana del salón real y vio a su pobre esposo, acurrucado tras una torre, medio desvalido y solo. Intuyendo el gran peligro que se cernía sobre él, ordenó a sus peones que abrieran paso e hizo avisar a todo el personal del castillo para que se preparase a recibir sus órdenes, rogando a Dios, que no fuera demasiado tarde.
Estudió rápidamente la posición y se dio cuenta de que era cuestión de idear un plan y rápido. Sacándose su Capa blanca, se fue a una esquina del castillo llevando consigo solo su corona en lo alto de su esbelta figura y un fino vestido. Situada en una zona bien visible, empezó a desnudarse. Atónito, el rey enemigo la observaba desde su almena con unos prismáticos, al tiempo que por su negra tez, resbalaban gotas de nerviosismo. Al ver cómo las fuerzas de la reina, se organizaban para lanzar un furibundo ataque sobre su flanco, el rey corrió escaleras abajo en busca de sus asesores, sin embargo, el ataque fue fulminante. Primero, el único paje que sobrevivió al ataque de la mañana, realizó la heroica acción de lanzarse contra la escuálida fila de peones que protegían al rey enemigo. Éste, se vio obligado a cobrarse su vida lo cual le dejó al descubierto como era el propósito de la reina. Acto seguido, todos los efectivos esparcidos por la tierra del rey blanco, se movilizaron a las órdenes de la reina. La apertura de líneas que se había producido durante la refriega, permitía amenazar al rey con numerosos jaques desde distintas posiciones. La combinación de todas las fuerzas del castillo y de la reina, mas algún que otro sacrificio, permitió forzar al rey enemigo a que también abandonase la seguridad de sus líneas y terminase en medio de un fuego cruzado. Con suma habilidad y valentía, la reina se deslizó por entre la posición enemiga, reduciendo su movilidad hasta que por fin, consiguió darle jaque perpetuo.
Así fue cómo la reina y sus valientes, aquel día consiguieron salvar el honor de su rey y a su reino.
Aunque esto haya acabado en victoria, se lo mostramos como una derrota ya que jamás hay que abandonar al avión acompañante, perdón, al rey.
Si la reina se va de picos pardos, y deja de prestar atención a la protección de su rey, es muy probable que cuando regrese, se encuentre sin castillo y sin rey.
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