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Cántico al lozano encuentro Empty Cántico al lozano encuentro

Vie Jul 30, 2021 2:40 pm



A un encuentro infortunado por la lejana vista, por los malos soportar.

¡Y la memoria, en este precioso momento de extremo fulgor, no es oh fraudulenta compañera en el recordar de la mirada!

Es agitado mar. Revuelto cuerpo: estirados labios, susurrantes de empíricos sueños.

Así mis pupilas son de cristalino pesar, de profunda melancolía recóndita durante los más pesados años. Reparo, en esta exquisita ocasión, del encuentro con el brillante mar, que nada envidia al océano, que todo es envuelto en los sinceros cristales.
¡Ah del cristal, ah del espejo! ¿Acaso temible espejo? Inusual encuentro no fue reconocer el rostro sobre el espejo donde descansan las carcajadas de espuma y los cenicientos perfumes.
Y las pieles de espuma guardaba bajo sus ropajes. Retumbaban sobre mí las oníricas visiones de los pececillos. Y el esconder del mar abrió en mí la curiosidad de su interior. ¡Pinté, pues, con tinta sus prendas, e hice canciones con sus áridos rugidos, que violentos anhelaban no regresar!

Y en inconfundible canto susurran los huéspedes las delicias durante las noches; y en vela por el hombre, pestañea, sonámbula, la muchacha, que en brazos de tinta, sin molestarse en ser manchada, alimenta sus labios con el sabor de la futura tristeza.

Y fue, sin embargo, esta mano la que rozó por un instante el oleaje.
¡Y fue inundando negros perfumes, todos ellos de canción trepidante!

Y fue esperando el recuerdo futuro.

¡Y era en honesta compresión!

Y era en lágrima la expresión.

¡Y es retorno sin viaje, es melodía en despierto sueño!

Y es melodía cándida, es regreso sin previo aviso.

—¡Estribillo!—
Encuéntrase en la memoria el rugido del favorable temblar. Divina espuma es. Tinta suspira delicias sobre el blanco respirar. ¡Es esencia vibrante, ah; es grata uniformidad del vivir amar entre mar y espléndido alzar!


El sonámbulo recuerdo de lo que una vez abierto mar fue aviva el estro dormido, realza la vívida vida que, en tinta florecida, germina los caminos de los girasoles sin astro rey.
¡He ahí oh abierto mar! ¡He ahí oh mi fortuna de permanecer sin desfallecer!
¡Ah del perfume que hallé! Rico en amor es. Cariño aguarda en sus peces de eterna concha que, ¡por fortuna!, ante mí se partieron. Y entre las escamas plateadas me deleité con el sabor de una blanca mano. Mano blanca que, hambrienta y desesperada, expulsada una vez de la amorosa vida, susurró en mis ojos silencio, cerrándolos. Una vez arrancados ah los envolvió entre cantos dormidos y caricias tempranas.

¡Y olvidó el sentido de la soledad! ¡Y la tangible preciosidad apareció no en escrito sino es verdadero cántico!

Ante semejante experiencia, desear repetirla fue mi anhelo. Y al volver abrir las fauces el mar, revolviendo entre las espumas sin necesidad ni voluntad cosquillas le provoqué. Zambullido me encontré.

Y en realidad no se ahogaba…

Perlas encontré

Mas no estaba…

¡Ah, digno pececillo, permíteme cantar! ¡Oh no me abandones; mucho me he sumergido, y no volver quiero! Viviré entre la espuma, y entre tinta y cántico decoraré sus candores, dije adormilado.

—¡Estribillo!—
Encuéntrese en la memoria el rugido del favorable temblar. Divina espuma es. Tinta suspira delicias sobre el blanco respirar. ¡Es esencia vibrante, ah; es grata uniformidad del vivir amar entre mar y espléndido alzar!

El mar hubo de regresar a su árido ambiente, cerrando sus peces y abandonando sus perfumes. Con él no partí dos veces. La primera ya fue, y es reconocida. Mas tormento resulta recordar que las bienvenidas son únicas e irrepetibles y las despedidas son tres. Aquí, pues, se alza la primera despedida.
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