Lo que precede a la muerte

Caminando por la vida esta me ha enseñado que es como el viento que sopla en distintas intensidades y direcciones
y que nos ayude o no depende de la dirección de nuestro movimiento metáfora de nuestras intenciones.


Que el camino que escogemos está condicionado por nuestro entorno, necesidades y temores
y que solo hasta cierto punto tenemos control total sobre nuestras decisiones.


Que este es el motivo por el que me cuesta juzgar a los que se consideran buenos llaman malos,
por que quien sabe lo que estos han visto, lo que han oído, lo que les han enseñado, lo que han experimentado.


Por eso vivo acorde al mantra de dudar siempre lo que todo el mundo tiene claro,
y dejarme acariciar por el bienestar que trae tranquilidad de saber que en realidad nadie es ni bueno ni es malo.


Que nada es ni blanco ni negro, la vida es de un gris neutro,
que de izquierdas y derechas somos los humanos, pero la verdad apodada objetividad camina siempre por el medio.


Que cuando me abstengo de opiniones de valores, obsesiones, calificaciones y temores,
recuerdo que las cosas son como son y que definirlas por comparación es uno de mis más comunes errores.


¿A que tengo miedo? ¿a pasar desapercibido y para el resto ser indiferente?
¿A que hablen mal de mí, que se rían de mí, a hacer el ridículo o perder la vida por irresponsable en un accidente?

¿a que mi familia me olvide o no verme atractivo al mirarme desde los ojos de la gente?

Lo que más temo no es a perder la vida si no a la incertidumbre que nace al pensar en lo que precede a la muerte.

Más allá de la estructura o disposición versal, totalmente alejada de lo que debería ser un poema (que puede estar construido con versos largos, pero en ningún caso así), por su contenido me recuerda más a una reflexión que a un poema. No encuentro lirismo (no sé, imágenes, metáforas, simbolismo, belleza), sino pensamientos más o menos profundos.

Saludos, Fernando.

Vivamos eternamente amando solamente, el malo no aprendió u olvidó cómo amar. Si el cuerpo ha de morir que lo haga instantáneamente así no sufrirá previamente.
Saludos Óscar.

Perdón Fernando que te he quitado tu autoría, me equivoqué ja ja, ya se lo había endosado a Óscar, es que estoy escribiendo con celular como dicen por aquí en Chile, aunque yo soy español.
Pues eso que amemos y sigamos aprendiendo a amar para que la muerte sea un dulce sueño instantáneo que nos haga a Dios contemplar. Saludos.

Os digo un secreto? No todos dormiremos (moriremos), los que quedemos en el día postrero seremos transformados en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta.
Pablo de Tarso, apóstol.