¿Quién me vigila?

Me susurra con mi voz
por dentro de los tímpanos,
en el mismo atrio y
las historias de las piedras,
en las mitologías
y la erudita conclusión
de los imperios.

Me calma y
me presenta batalla
con la misma intensidad,
con un ejército de muros
que achican los espacios,
con el silencio de los gatos
que caminan por los muros.
Se me transforma la mirada
si me roba los pecados,
ni que decir, si se mezcla
en mi lenguaje,
en la sombra secular
de mi apellido.

Nos obligamos a escucharnos,
pero, ninguno nos creemos.
No se muestra compasivo
en los rincones del espejo
y me embiste con el rigor
de los altares.

Cuando pienso en los atajos,
en los pasos de Orfeo
y en la música que abre
las puertas del averno.
Me vuelve a susurrar
en el oido,
me dice que vigila
mis ásperas renuncias,
la maltrecha solución
de los finales y
los presagios
que dibujan mis huidas.

Con el oficio de quien
se adueña del destierro,
me promete que estará,
en mis propias
extinciones.

Puede que no sea el mejor poema que te he leído, pero aun así dejas un buen puñado de sugerentes imágenes:

"con el silencio de los gatos
que caminan por los muros."

"y me embiste con el rigor
de los altares."

"Con el oficio de quien
se adueña del destierro,"

Saludos, Roberto.

Muchas gracias Óscar,un fuerte abrazo