- ramaakriguer
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Crepúsculo del libro de los muertos
Lun Jul 29, 2024 9:50 pm
Veloz, mi cuerpo huye desesperado,
atrás la bruma de los muertos
se desliza con la impronta
de los enfermos y las calamidades.
—¡A donde va el cadáver que baila!— Gritaban las fieras adoloridas.
Punzando mi espalda del aullido esquelético,
recorriendo mi nuca en un escalofrío
que ha sido amado por ellos, y olvidado
por los vivos.
—Mi alma jamás la tendrán— Sentencio con la valentía de los héroes.
Pues al filo de mi ojo, en un trote que se alarga hasta el abismo,
aprecio la oxidada navaja en el suelo desprevenido.
La someto con avidez y con crueldad hacia mí, corto mi cuello.
¡Sangre al rededor, mis ojos blanquecinos, tez pálida!— Mientras el último suspiro, me regala el esbozo de una pequeña mueca que simboliza la victoria.
La trama de las sombras y los difuntos que no sacian su sed, se revuelcan y retuercen
a los lados de mi cuerpo ensangrentado.
—¿Te encuentras bien?— Se escucha lejos, una voz calma que hace enmudecer al paisaje y retorna toda luz a la consciencia.
Para el peor de los miedos, aterrizo bruscamente sobre la realidad, pues, nada había acontecido
y al parecer jamás habría cometido tal acto.
Mi cuerpo, con mi corazón enajenado de adrenalina, se toman un descanso al reposar sobre la cama de un hospital.
—Al parecer naufragaste en la ensoñación, se te ha ido de las manos, intentaba despertarte, podía notar en tu semblante el horror depurando en la piel— Dijo, tomando una breve pausa.
—Recuérdame…, ¿A dónde van los cadáveres que bailan?— Asevero, retomando la oración y concluyendo
violentamente con la misma.
¡De súbito, puedo presenciar como aquel desconocido tajaba mi cuello, en el mismo sitio!
Sin poder reaccionar, empapado de una burla coagulosa, me despido de mi ser…
atrás la bruma de los muertos
se desliza con la impronta
de los enfermos y las calamidades.
—¡A donde va el cadáver que baila!— Gritaban las fieras adoloridas.
Punzando mi espalda del aullido esquelético,
recorriendo mi nuca en un escalofrío
que ha sido amado por ellos, y olvidado
por los vivos.
—Mi alma jamás la tendrán— Sentencio con la valentía de los héroes.
Pues al filo de mi ojo, en un trote que se alarga hasta el abismo,
aprecio la oxidada navaja en el suelo desprevenido.
La someto con avidez y con crueldad hacia mí, corto mi cuello.
¡Sangre al rededor, mis ojos blanquecinos, tez pálida!— Mientras el último suspiro, me regala el esbozo de una pequeña mueca que simboliza la victoria.
La trama de las sombras y los difuntos que no sacian su sed, se revuelcan y retuercen
a los lados de mi cuerpo ensangrentado.
—¿Te encuentras bien?— Se escucha lejos, una voz calma que hace enmudecer al paisaje y retorna toda luz a la consciencia.
Para el peor de los miedos, aterrizo bruscamente sobre la realidad, pues, nada había acontecido
y al parecer jamás habría cometido tal acto.
Mi cuerpo, con mi corazón enajenado de adrenalina, se toman un descanso al reposar sobre la cama de un hospital.
—Al parecer naufragaste en la ensoñación, se te ha ido de las manos, intentaba despertarte, podía notar en tu semblante el horror depurando en la piel— Dijo, tomando una breve pausa.
—Recuérdame…, ¿A dónde van los cadáveres que bailan?— Asevero, retomando la oración y concluyendo
violentamente con la misma.
¡De súbito, puedo presenciar como aquel desconocido tajaba mi cuello, en el mismo sitio!
Sin poder reaccionar, empapado de una burla coagulosa, me despido de mi ser…
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