- María LópezPoeta DestacadoGenerador de debatePremio a la participación activa en el foroMirmidónVeterano del foro
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Por favor, no me desprecien.
Mar Jun 16, 2015 4:07 pm
Por favor, no me desprecien.
Nunca me había enamorado, y ya rozo los cuarenta. Es verdad que nunca tuve mucho tiempo, que las bibliotecas y la facultad llenaban casi todos mis espacios. Pero, sí que vi mujeres bellas, eran un placer para la retina, pero, nunca sentí nada que fuera más allá de observar la belleza.
La primera vez que la vi, no pude disimular mi desasosiego, mi ritmo cardíaco se aceleró, mis pulsaciones se dispararon, mi sudoración parecía no tener fin, recuerdo esa sensación en la boca del estómago como un animal desbocándose. Mis manos empezaron a temblar como si estuviera enfermo de epilepsia, me ruboricé, empecé a tartamudear y a reírme por nada.
Ella era tan bella, tan joven, tan hermosa, que enseguida supe que eso tan extraño que sentía era el amor tocando a mi puerta. Aunque sé sobradamente que la dopamina, la feniletilamina, la norepirefrina, la oxitocina tienen mucho que ver en el proceso. Sin hablar de los andrógenos; como la testosterona, la androsterona y la androstendiona y cómo no, también la glándula del timo.
Yo noté enseguida que no le era indiferente, su forma de mirarme era por el contrario sosegada, pero, vi que me observaba detenidamente, con todo lujo de detalles. Eso me animó mucho a hablarle.
Poco a poco fui entrando en su vida, en su mundo, tan diferente al mío, tan sosegado. Yo temía que mi edad la disuadiera, pero, no. Afortunadamente, comprobé en mis carnes que el amor no tiene edad cuando es verdadero.
Sin embargo ahora, he perdido mi equilibrio, sólo pienso en ella. No duermo por las noches, mi insomnio es cada vez más prolongado y no puedo concentrarme en nada, cometo errores de principiante en mi trabajo y eso que soy un profesional reputado, pero, ella lo ocupa todo ahora. Mi mundo ha desaparecido, ella lo llena por completo. Ya casi no puedo respirar si no es en su presencia. La necesito. Sé que ella también me necesita, lo leo en sus ojos. Cuando debo ausentarme se sume en una tristeza que me hiere. Soy afortunado, lo sé, ella me quiere. Yo también la quiero a ella. Todo mi mundo se reduce a esos instantes que pasamos juntos.
Pero, ¿quién iba a entenderlo? ¿quién comprendería este amor tan loco? Ella es tan joven, yo soy mucho mayor. Ella es ahora la razón por la que vivo. Aunque la misma razón, me dice que no tenemos un futuro juntos, eso me pone muy triste. Ella vive en su mundo y yo en el mío. La felicidad son esos instantes cuando llego y me acuesto a su lado y con suavidad la abrazo, cuando acaricio sus cabellos dorados, cuando dulcemente, tiernamente, beso sus labios. Es tanto el amor que siento, tanto el deseo, tantas mis ansias, que ya nada me importa más que este amor. Aunque sé que no seré comprendido, les pido al menos, por favor, que no me desprecien.
Pero, al mismo tiempo sufro, tengo miedo, un sudor frío se apodera de mi cuerpo, temo que nos vean juntos, que nos descubran, que todo esto se termine, temo que aparezca su padre y se la lleve muy lejos o tal vez, a saber, su marido. Temo el escándalo, el qué dirán, perder mi puesto de trabajo, incluso ir a la cárcel, tengo miedo, mucho miedo.
Necesito verla, aunque sólo sean cinco minutos, sin embargo cada día es más peligroso. Precisamente ayer estuvieron a punto de sorprendernos, cuando se abrió la puerta de la sala y la enfermera preguntó: ¿ Preparo el cadáver nuevo para la autopsia, doctor?
Pero, no, no quiero preocuparla con estos pensamientos tan negativos. Sólo quiero que duerma y descanse, cada día está más pálida, debe ser por la preocupación.
Nunca me había enamorado, y ya rozo los cuarenta. Es verdad que nunca tuve mucho tiempo, que las bibliotecas y la facultad llenaban casi todos mis espacios. Pero, sí que vi mujeres bellas, eran un placer para la retina, pero, nunca sentí nada que fuera más allá de observar la belleza.
La primera vez que la vi, no pude disimular mi desasosiego, mi ritmo cardíaco se aceleró, mis pulsaciones se dispararon, mi sudoración parecía no tener fin, recuerdo esa sensación en la boca del estómago como un animal desbocándose. Mis manos empezaron a temblar como si estuviera enfermo de epilepsia, me ruboricé, empecé a tartamudear y a reírme por nada.
Ella era tan bella, tan joven, tan hermosa, que enseguida supe que eso tan extraño que sentía era el amor tocando a mi puerta. Aunque sé sobradamente que la dopamina, la feniletilamina, la norepirefrina, la oxitocina tienen mucho que ver en el proceso. Sin hablar de los andrógenos; como la testosterona, la androsterona y la androstendiona y cómo no, también la glándula del timo.
Yo noté enseguida que no le era indiferente, su forma de mirarme era por el contrario sosegada, pero, vi que me observaba detenidamente, con todo lujo de detalles. Eso me animó mucho a hablarle.
Poco a poco fui entrando en su vida, en su mundo, tan diferente al mío, tan sosegado. Yo temía que mi edad la disuadiera, pero, no. Afortunadamente, comprobé en mis carnes que el amor no tiene edad cuando es verdadero.
Sin embargo ahora, he perdido mi equilibrio, sólo pienso en ella. No duermo por las noches, mi insomnio es cada vez más prolongado y no puedo concentrarme en nada, cometo errores de principiante en mi trabajo y eso que soy un profesional reputado, pero, ella lo ocupa todo ahora. Mi mundo ha desaparecido, ella lo llena por completo. Ya casi no puedo respirar si no es en su presencia. La necesito. Sé que ella también me necesita, lo leo en sus ojos. Cuando debo ausentarme se sume en una tristeza que me hiere. Soy afortunado, lo sé, ella me quiere. Yo también la quiero a ella. Todo mi mundo se reduce a esos instantes que pasamos juntos.
Pero, ¿quién iba a entenderlo? ¿quién comprendería este amor tan loco? Ella es tan joven, yo soy mucho mayor. Ella es ahora la razón por la que vivo. Aunque la misma razón, me dice que no tenemos un futuro juntos, eso me pone muy triste. Ella vive en su mundo y yo en el mío. La felicidad son esos instantes cuando llego y me acuesto a su lado y con suavidad la abrazo, cuando acaricio sus cabellos dorados, cuando dulcemente, tiernamente, beso sus labios. Es tanto el amor que siento, tanto el deseo, tantas mis ansias, que ya nada me importa más que este amor. Aunque sé que no seré comprendido, les pido al menos, por favor, que no me desprecien.
Pero, al mismo tiempo sufro, tengo miedo, un sudor frío se apodera de mi cuerpo, temo que nos vean juntos, que nos descubran, que todo esto se termine, temo que aparezca su padre y se la lleve muy lejos o tal vez, a saber, su marido. Temo el escándalo, el qué dirán, perder mi puesto de trabajo, incluso ir a la cárcel, tengo miedo, mucho miedo.
Necesito verla, aunque sólo sean cinco minutos, sin embargo cada día es más peligroso. Precisamente ayer estuvieron a punto de sorprendernos, cuando se abrió la puerta de la sala y la enfermera preguntó: ¿ Preparo el cadáver nuevo para la autopsia, doctor?
Pero, no, no quiero preocuparla con estos pensamientos tan negativos. Sólo quiero que duerma y descanse, cada día está más pálida, debe ser por la preocupación.
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Gastón Bachelar.
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Re: Por favor, no me desprecien.
Mar Jun 16, 2015 6:49 pm
Un humor negro, muy negro. No es fácil bromear con un tabú mayúsculo como la necrofilia y salir indemne del trance. A medida que vas leyendo te haces idea de la locura del protagonista/narrador y te esperas un desenlace funesto, aunque no sé si tan macabro. Hay relatos, como éste, que giran en torno a la sorpresa final, que da un nuevo sentido a todo lo que has leído previamente.
Un abrazo, María.
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I loved you like the darkness loves the brightness of a dying star.
- InvitadoInvitado
Re: Por favor, no me desprecien.
Miér Jun 17, 2015 7:45 pm
Coincido con Óscar, cuando estás leyendo, llega un momento en que dices: "Aquí pasa algo raro" y te atrapa y te lleva a la sorpresa final.
Buen relato, María.
Buen relato, María.
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