¿Dónde las dejé?

¿DÓNDE LAS DEJÉ?




De la nariz despegó su último vuelo al acostarse.
Se había desabrochado el sostén de la mirada.

El despertar fue un correr de manos indecisas,
de parpadeos perdidos por la mesita de al lado.
Necesitaba sus hilos de cristal
para abotonar cada imagen a sus colores perfectos,
para esparcir los acentos y amasar las siluetas,
para untar con suavidad la pomada del primer vistazo.

Sus pestañas ondearon como las banderas del paseo bajo la lluvia,
se avivaba los párpados con los dedos para acercarse el paisaje,
tanteó unos pasos sin horma y sin ley para enhebrar las primeras líneas
pero una esquizofrenia oculta desdoblaba sus reflejos, desbordaba el lagrimal.

Fue a buscar a tientas los tiradores y los picos de la mesa,
a revolver los cojines,
a arrodillarse y tocar en la alfombra los dibujos,
a desnudar los cajones, a levantar bien las tapas,
a deshojar la prensa caduca.

Y rumiar.

Repasando la última vez,
divisando el último paso,
derramando el último soplo.

Cuando vuelve a la mesita las intuye entre su libro.
Discute con su memoria y tira de ellas con lentitud.
Las pasea por las sienes, las abrocha en sus oídos y las calza en la nariz.
Resetea el sistema,
elige las miradas,
ajusta su retina

vuelve a respirar.

No puede encontrarse
sin ellas.

Ladelmedio escribió:
¿DÓNDE LAS DEJÉ?




De la nariz despegó su último vuelo al acostarse.
Se había desabrochado el sostén de la mirada.

El despertar fue un correr de manos indecisas,
de parpadeos perdidos  por la mesita de al lado.
Necesitaba sus hilos de cristal
para abotonar  cada imagen a sus colores perfectos,
para esparcir los acentos y amasar las siluetas,
para untar con suavidad la pomada del primer vistazo.

Sus pestañas ondearon como las banderas del paseo bajo la lluvia,
se avivaba los párpados con los dedos para acercarse el paisaje,
tanteó  unos pasos sin horma y sin ley para enhebrar las primeras líneas
pero una esquizofrenia oculta desdoblaba sus reflejos, desbordaba el  lagrimal.

Fue a buscar a tientas los tiradores y los picos de la mesa,
a revolver los cojines,
a arrodillarse y tocar en la alfombra los dibujos,
a desnudar los cajones, a levantar bien las tapas,
a deshojar la prensa caduca.

Y rumiar.

Repasando la última vez,
divisando el último paso,
derramando el último soplo.

Cuando vuelve a la mesita las intuye entre su libro.
Discute con su memoria y tira de ellas con lentitud.
Las pasea por las sienes, las abrocha en sus oídos y las calza en la nariz.
Resetea el sistema,
elige las miradas,
ajusta su retina

vuelve  a respirar.

No puede encontrarse
sin ellas.

Me ha dejado muy buena sensación este poema. Te he subrayado aquellos versos donde percibo una agradable sinestesia. Las metáforas son sutiles y originales. El ritmo está bien sostenido.

Por último decir que tu poema tiene calidad suficiente como para figurar en este apartado del foro.

Enhorabuena.

Gracias, Óscar. Me alegra mucho que te guste. Fíjate, creo que, hasta ahora, es el poema que más me costó sacar y, sin embargo, es uno de mis preferidos. Un abrazo