Poema "El rey de los perros", por Álvaro Llorens García

Buenas noches:

La esencia de las cosas (hechos, situaciones, relaciones, nuestro entorno mismo), es lo importante: evidentemente, no es un hecho absoluto que todos compartan o que se aboque por sí sólo a resultar incontestable... Sin embargo, existe una paradoja que sienta que un individuo de 70 años puede tener menos vivencias de la que ha experimentado alguien de 20 años. En definitiva, los que sufren (sufrimos), pues nos importan las cosas y "disfrutamos" ejerciendo la empatía en pos de un noble sentimiento de justicia universal, puede que aprovechemos mejor la vida tan corta que se nos ha brindado.

El rey de los perros, que por infame no merece letra capital en su título, no es tanto un actor de la historia, sino la mano invisible y negra que, al fin y al cabo, es necesaria para la vida pues: sin lances, ¿tendríamos vivencias?

Gracias por leer, y un saludo a todos.

- El rey de los perros -

Ayer vi a un niño que calló.
Los sarnosos perros del rey
buscaban su presa, y le hicieron tropezar,
siguiendo órdenes de su dueño quien,
mientras plácidamente duerme,
sueños subyuga con malas tretas.

Es aquel señor que cambia de forma,
el dios al que aquellos que lo adoran pervierte.
Áquel que no fue creado en carne humana,
sino por Ella fue parido.

Los bosques y ríos,
antiguos palacios y nuevos museos,
la fruta del manzano,
la apariencia de verdad,
la hoz del campesino...
De todo ello el rey de los perros es amo,
y de ellos se sirve para su vil plan:
a los individuos oprimir y a los perros subyugar.

¡Pero nunca jamás conseguirá el amor!;
pues no hay virgen blanca
que acepte sus prendas y reciba sus cumplidos,
escuche sus serenatas
y le preste sus sentidos.

¡De ahí que el niño siempre ganará!,
pues no importan los bosques o ríos,
si no las hojas verdes y el acuático amigo.
No importa la fruta,
pues separada de la fuente no tiene valía;
no importa la apariencia,
pues sólo la luz baña el profundo sentido
y las sombras embargan aquello que no es.
No importa la hoz,
si con ella no siega el campesino
el verde trigo.

¡Sólo importa aquello que al campesino hace levantar,
a la verdad relucir
y al manzano brotar!

Sólo importa el amor,
que jamás se compra:
no se puede pagar.