De cómo conocí París.

De cómo conocí París….

Volvía de Roma, con destino a Madrid, nunca me había gustado mucho volar, pero por el trabajo ya se sabe, una tiene que hacer múltiples cosas que no le agradan. Pensaba que con suerte llegaría a alcanzar el puente aéreo y así poder salir de Madrid aquel mismo día con destino a Barcelona, si no podía llegar a cogerlo, conocía un hotelito cerca del aeropuerto y allí me dirigiría. Esperaba llegar a tiempo.

Cuando subí arriba al avión guardé el equipaje de mano que llevaba, afortunadamente no había facturado nada y no tendría que hacer cola para recoger el equipaje, con suerte llegaría a tiempo del puente aéreo a Barcelona.

Entonces, recostada ya en el asiento, sonó como es costumbre el mensaje del comandante:

Buenas tardes, señores pasajeros.

En nombre de Alitalia y de las compañías participantes en World, el comandante y su tripulación les damos la bienvenida a este vuelo 007 con destino a Madrid. La duración estimada de este vuelo es de dos horas y treinta y cinco minutos.

Por motivos de seguridad y para evitar problemas con los sistemas del avión los aparatos electrónicos no podrán utilizarse durante el despegue y el aterrizaje. Además los teléfonos móviles deberán permanecer desconectados siempre que las puertas del avión estén cerradas.

Por favor, comprueben que su equipaje de mano está bien colocado, su mesa plegada, el respaldo de su asiento está en posición vertical y su cinturón totalmente abrochado. Les recordamos que está totalmente prohibido fumar a bordo.

A continuación vamos a pasar un vídeo con las instrucciones de seguridad específicas de este avión Boeing 737.

Antes de que las azafatas les indiquen las salidas de emergencia que el avión posee, debo hacerles un anuncio que en sí es una confesión:

Llevo años enamorado de Graciela, la azafata rubia situada a su izquierda, y nunca he encontrado el valor suficiente para decirle algo o declararme, así que se me ha ocurrido esta insensatez y mientras ella les explica lo de las medidas de seguridad necesarias, tendrá tiempo de pensarse esta propuesta.

Yo deseo hacerla mi esposa, si ella acepta, no iremos a Madrid, la llevaré de inmediato a París, donde nos casaremos y pasaremos los quince días de luna de miel que la compañía nos concede. Yo sé que seríamos muy felices y que la quiero, tendríamos dos o tres hijos y al primero que sería varón le llamaríamos Antoine como mi padre, el segundo será niña y se puede llamar Graciela como su madre, el tercero aún no lo tengo pensado, podemos pensarlo juntos si ella me acepta.

Si una vez les explique el vídeo como es su cometido, ella tiene a bien aceptar mi oferta, deberá hacérmelo saber y pondré rumbo hacia París de inmediato, entonces la duración estimada del vuelo sería de 1 hora y 30 minutos aproximadamente. Si me acepta, ruego tengan a bien perdonarme las molestias que el retraso les conlleve, si no me acepta, pondré rumbo a Madrid y ruego no tengan en cuenta estas palabras de un hombre enamorado.

Espero que tengan un muy feliz viaje.

Un murmullo de sorpresas, un tumulto de protestas, una infinitud de risas entraron de inmediato en escena después de que el comandante se callase.

Todos los ojos se posaron en Graciela, la azafata rubia que entre sonrojos hacía mímica señalando las puertas de emergencia que contenía aquel avión, unas lágrimas parecían desprenderse de sus ojos y rodar atónitas por sus mejillas, yo supe de inmediato con solo mirarla que iba a conocer París aquel mismo fin de semana.

A pesar de lo surrealista de la situación que describes, una declaración amorosa en el momento y en el lugar más insospechados, no sé por qué, tengo la impresión de que es verídica, o que, al menos, podría serlo o haberlo sido. Ahora bien, también pienso que cuando a alguien se le fuerza a tomar una decisión tan importante en cuestión de segundos, y ante tanta audiencia, el tiro suele salir por la culata. No es el caso de tu relato, por suerte para el comandante del avión.

Un abrazo, María.

Óscar Bartolomé Poy escribió:A pesar de lo surrealista de la situación que describes, una declaración amorosa en el momento y en el lugar más insospechados, no sé por qué, tengo la impresión de que es verídica, o que, al menos, podría serlo o haberlo sido. Ahora bien, también pienso que cuando a alguien se le fuerza a tomar una decisión tan importante en cuestión de segundos, y ante tanta audiencia, el tiro suele salir por la culata. No es el caso de tu relato, por suerte para el comandante del avión.

Un abrazo, María.

Pues no sé qué decir, normalmente cuando escribo relatos, lo hago siempre desde un punto de vista cinematográfico, intento pensar en actores, y ellos (según sus características) se encargan de escribir la historia. Éste relato es ficticio, yo, tengo familia en París y he ido muchas veces y nunca han raptado el avión, jaja. En este caso el comandante era Antonio Resines...y salió así. La azafata rubia era María Estévez y la narradora de la historia Ana Belén. Me hizo gracia el discurso tan manido que te dan en los vuelos...me pareció divertido cambiar el contenido. Y sí, algo tiene de biográfico...jajaja, pero, no fue en un vuelo, fue una petición de matrimonio que no le hicieron a la interesada, si no a su familia...jajajja, y tienes razón le salió mal al protagonista.


Abrazo, grande.

_María