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Nipona de mis ojos
Sáb Nov 28, 2020 2:10 am
Nipona de mis ojos
Él miraba, esperaba, callaba. En su avión,
de camino a Japón, observaba a la nipona,
con su andar peculiar, su mirada infinita, sus rasgos duros, alargados, llenos de
poesía, dulces ojos, y piel blanquecina.
Él, ni de lejos imaginaba, dónde ella
posaba, sus pensamientos. De haber podido, le hubiera dicho: bella dama, por
mis deseos quisiera conversar con usted,
pero llanto en cobardía de hacerlo, para
que no desoiga mi querer, y caer en vergüenza de «Fergo».
Si lo hiciera, y usted dulcemente me
respondiera, qué haría yo, pues no habría pino que cobijase mi dicha. Y si con
condescendencia me hablara, quizás entonces yo despertara, y a la luz de sus
ojos charlara, cayendo de lujo contento,
agraciado, por mil besos cayendo, a mil
estacas sonriendo, en recuerdos y deseos
de escarceo y viento.
Y de hallarla a usted en mis sueños, perdidos los dos entre sábanas, a esperas de risas y chanzas, después de yacer en la cama,
con vino, flores y dicha, en un hotel de miranda, pomposas cortinas maltrechas, y caricias de almohada... Quisiera… Quisiera...
Ella quererla yo quiero, aunque de
nada la conozca, ella quererla yo quiero, y recordarla por siempre quizás. Ella
quererla yo quiero, y hablarle dulcemente al oído, mientras fallezco de orgullo
y vergüenza, verla pasar mi nipona del
Nilo, sus cejas puntiagudas y esbeltas, su
gracia de milo.
Ella quererla yo quiero, nada más
verla pasar yo hago, mientras fallezco
de orgullo y vergüenza, amago, apenas
la miro, mi nipona de mil ramos. Ella…
Ella… Curiosa y bella, preciosa sin mella, verla pasar yo escucho, y nada más
sus pasos adivino, mientras por esclavo
sentarla lucho, de su sino. Ahora solo la
soledad me responde, de la estupidez de
no haber hecho renombre, verla pasar
yo veo, y soy solo un cobarde uniforme.
Aun ando en deseos de hablarle y su porte, cuando solo albergo desdicha, de fallar cuando el viento sople. Verla pasar la
vi, y en el futuro mucho la añore, no sé si
rico o pobre, siempre la recordaré. Verte
pasar te tuve, mi nipona lejana, y ahora
el recuerdo de escarcha, se diluye en mi
mirada, siempre te recordaré, mi nipona
soñada, siempre te amaré, cual si fueses
mi amada. De haber podido, te diría: Be-
lla dama, tu altiva y larga melena negra,
me cautiva, me amilana, me dice, me
habla, me responde, me ama. Tus ojos,
los recuerdos profundos, me tumbaban,
me llamaban. Tu cuello, tu cuello esbelto, puro, perderme en el deseo, deseo en
fuego y bravura, deseo perder la cordura, deseo de verte a ti, tuya. Tus hombros
fuertes, firmes, tu olor, me abruma, y tu
fragancia dulce, pulcra.
De haber podido, hubiera preguntado
tu nombre, tu procedencia, hubiera intentado despertar tu sonrisa. De haber podido, quizás tu hubiera sonreído, de haber
podido, hubiera clavado en tus ojos mi
tez mediterránea, hubiera buscado en
ellos el interés por una mente foránea, te
hubiera hablado de la historia de mi patria, habría mostrado mi bravura sanguínea por derecho, hubiera mostrado de
mí todo aquello que albergo, y cosecho.
Haberte amado es todo cuanto haría, viajar por doquier y Almería, perdernos en
calles de osadía, acariciarte las mejillas,
besarte dulcemente en la avenida, alma
mía. Hubiera mencionado tu fuerza, y
en la llama de la curiosidad que irradias,
encenderías mi mecha. De haberlo hecho, solo decir la primera palabra, creo
te fuera amado, de haberte hablado, creo,
con tu porte me hubieras fulminado. De
haberte hablado, una conversación hubiera bastado, a esperas de ser premiado, y haberte comparado, juntos felices
o enojados, bellos tontos o malparados.
Haber envejecido, habernos apoyado,
haber fallecido juntos y agarrado, bien
fuerte nuestras manos, y de un suspiro,
despedir nuestro sino, nuestras almas, ya
vuelan en vilo, empiezan su nuevo camino, un nuevo destino, para que nuestras
miradas vuelvan a cruzarse de nuevo,
esperando en su seno, y de un destello,
renacerán como un velo, nacerán de nuevo, y tendrán, tendrán de qué hablar, y
forjando la espera, dará esperanza, verá
bonanza, tierna crianza, de aquí al cielo
le dije, bendita nipona y su danza.
(Verla quise, y a esperas conduje, conduje mi ser a esperas de ser, y le dije; espera, espera y luego corre, corre, y anda.
Espera... y espera... y busca, y si la encuentras dile, dile que le quieres, ámala
por siempre, por siempre, aunque ella te
olvide, aunque todo termine, aunque el
sol no salga).
Él miraba, esperaba, callaba. En su avión,
de camino a Japón, observaba a la nipona,
con su andar peculiar, su mirada infinita, sus rasgos duros, alargados, llenos de
poesía, dulces ojos, y piel blanquecina.
Él, ni de lejos imaginaba, dónde ella
posaba, sus pensamientos. De haber podido, le hubiera dicho: bella dama, por
mis deseos quisiera conversar con usted,
pero llanto en cobardía de hacerlo, para
que no desoiga mi querer, y caer en vergüenza de «Fergo».
Si lo hiciera, y usted dulcemente me
respondiera, qué haría yo, pues no habría pino que cobijase mi dicha. Y si con
condescendencia me hablara, quizás entonces yo despertara, y a la luz de sus
ojos charlara, cayendo de lujo contento,
agraciado, por mil besos cayendo, a mil
estacas sonriendo, en recuerdos y deseos
de escarceo y viento.
Y de hallarla a usted en mis sueños, perdidos los dos entre sábanas, a esperas de risas y chanzas, después de yacer en la cama,
con vino, flores y dicha, en un hotel de miranda, pomposas cortinas maltrechas, y caricias de almohada... Quisiera… Quisiera...
Ella quererla yo quiero, aunque de
nada la conozca, ella quererla yo quiero, y recordarla por siempre quizás. Ella
quererla yo quiero, y hablarle dulcemente al oído, mientras fallezco de orgullo
y vergüenza, verla pasar mi nipona del
Nilo, sus cejas puntiagudas y esbeltas, su
gracia de milo.
Ella quererla yo quiero, nada más
verla pasar yo hago, mientras fallezco
de orgullo y vergüenza, amago, apenas
la miro, mi nipona de mil ramos. Ella…
Ella… Curiosa y bella, preciosa sin mella, verla pasar yo escucho, y nada más
sus pasos adivino, mientras por esclavo
sentarla lucho, de su sino. Ahora solo la
soledad me responde, de la estupidez de
no haber hecho renombre, verla pasar
yo veo, y soy solo un cobarde uniforme.
Aun ando en deseos de hablarle y su porte, cuando solo albergo desdicha, de fallar cuando el viento sople. Verla pasar la
vi, y en el futuro mucho la añore, no sé si
rico o pobre, siempre la recordaré. Verte
pasar te tuve, mi nipona lejana, y ahora
el recuerdo de escarcha, se diluye en mi
mirada, siempre te recordaré, mi nipona
soñada, siempre te amaré, cual si fueses
mi amada. De haber podido, te diría: Be-
lla dama, tu altiva y larga melena negra,
me cautiva, me amilana, me dice, me
habla, me responde, me ama. Tus ojos,
los recuerdos profundos, me tumbaban,
me llamaban. Tu cuello, tu cuello esbelto, puro, perderme en el deseo, deseo en
fuego y bravura, deseo perder la cordura, deseo de verte a ti, tuya. Tus hombros
fuertes, firmes, tu olor, me abruma, y tu
fragancia dulce, pulcra.
De haber podido, hubiera preguntado
tu nombre, tu procedencia, hubiera intentado despertar tu sonrisa. De haber podido, quizás tu hubiera sonreído, de haber
podido, hubiera clavado en tus ojos mi
tez mediterránea, hubiera buscado en
ellos el interés por una mente foránea, te
hubiera hablado de la historia de mi patria, habría mostrado mi bravura sanguínea por derecho, hubiera mostrado de
mí todo aquello que albergo, y cosecho.
Haberte amado es todo cuanto haría, viajar por doquier y Almería, perdernos en
calles de osadía, acariciarte las mejillas,
besarte dulcemente en la avenida, alma
mía. Hubiera mencionado tu fuerza, y
en la llama de la curiosidad que irradias,
encenderías mi mecha. De haberlo hecho, solo decir la primera palabra, creo
te fuera amado, de haberte hablado, creo,
con tu porte me hubieras fulminado. De
haberte hablado, una conversación hubiera bastado, a esperas de ser premiado, y haberte comparado, juntos felices
o enojados, bellos tontos o malparados.
Haber envejecido, habernos apoyado,
haber fallecido juntos y agarrado, bien
fuerte nuestras manos, y de un suspiro,
despedir nuestro sino, nuestras almas, ya
vuelan en vilo, empiezan su nuevo camino, un nuevo destino, para que nuestras
miradas vuelvan a cruzarse de nuevo,
esperando en su seno, y de un destello,
renacerán como un velo, nacerán de nuevo, y tendrán, tendrán de qué hablar, y
forjando la espera, dará esperanza, verá
bonanza, tierna crianza, de aquí al cielo
le dije, bendita nipona y su danza.
(Verla quise, y a esperas conduje, conduje mi ser a esperas de ser, y le dije; espera, espera y luego corre, corre, y anda.
Espera... y espera... y busca, y si la encuentras dile, dile que le quieres, ámala
por siempre, por siempre, aunque ella te
olvide, aunque todo termine, aunque el
sol no salga).
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Re: Nipona de mis ojos
Sáb Nov 28, 2020 1:17 pm
Se nota que pusiste mucha pasión al componer este poema de largo y meditado desarrollo, que invoca con el poder del íntimo recuerdo.
Las descripciones son bellas. Creo que es el punto fuerte del poema.
Lo que no termina de convencerme es el uso de las rimas y del hipérbaton, que todo junto me resulta un lenguaje artificial, forzado en demasía.
Hay un lapsus cálami en "quizás tu hubiera sonreído".
Saludos, Carlos José.
Las descripciones son bellas. Creo que es el punto fuerte del poema.
Lo que no termina de convencerme es el uso de las rimas y del hipérbaton, que todo junto me resulta un lenguaje artificial, forzado en demasía.
Hay un lapsus cálami en "quizás tu hubiera sonreído".
Saludos, Carlos José.
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I loved you like the darkness loves the brightness of a dying star.
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Re: Nipona de mis ojos
Sáb Nov 28, 2020 8:06 pm
La verdad que si, este poema está escrito a partir de una medición metódica y una adaptación de los versos en su conjunto con un mensaje claro. Muy cierto que en conjunto pueda resultar pesado de leer pero creo que está bien enfocado al resumir de manera amplia y llevando al límite la estructura y explicación de lo que se refiere a la pasión por alguien y el amor en general, creo, ese es el punto fuerte del poema. Más que verlo como un poema, se debería ver como una historia que surge en la mente de una persona en tiempo real, muy resumida claro, pero bien enfocada. Aún así aceptó tus críticas ya siendo yo conocedor de las debilidades de la obra. Y muy bien visto por tu parte que el punto fuerte del poema son en realidad las mismas descripciones, en general creo que es un poema bonito y bien argumentado y enfocado, pero a pesar de eso si puede resultar pesado de leer, más que nada la intención aquí es recopilar en una sola obra todas las descripciones posibles hacía el amor y la pasión, de manera que puedas verlo y sentirlo como una persona en lo haría por sus medios.
Gracias por las observaciones.
Saludos Óscar.
Gracias por las observaciones.
Saludos Óscar.
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