- Óscar Bartolomé PoyFundador del ParnasoGenerador de debatePremio a la participación activa en el foroInsignia de oroDistinción al poeta que obtiene el reconocimiento de los demás compañerosPopularidadGalardón al poeta cuyos temas gustan a la comunidadMirmidónVeterano del foro
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Relatividad
Jue Jul 02, 2015 11:33 am
Un hombre miró a una mosca de la fruta y le dijo: “¡Qué corta es tu vida! Todo lo más vives unas pocas horas o unos pocos días. Yo, al menos, y si me acompaña la salud, puedo llegar a disfrutar de casi cien años sobre esta tierra. ¿No se te hace demasiado breve tu tránsito?”. A lo que la mosca le respondió: “Pues no, y si quisieres que te sea sincera, nunca había pensado en ello. No tengo conciencia de eso que los hombres llamáis tiempo. Para mí todo lo que vivo es todo lo que hay.” El hombre pensó en lo que le había dicho y le preguntó acto seguido: “¿Y en esa efímera existencia te da tiempo a cumplir todos los objetivos de tu vida?” La mosca, que seguía sin entender bien qué pretendía el hombre con aquella charla y empezaba a impacientarse, le respondió: “Pues claro. Un par de días es tiempo más que suficiente para alimentarme, aparearme, poner huevos y molestaros un poco a vosotros, los hombres. ¿Para qué quiero más?”
Y el hombre, harto sorprendido por aquella sucinta respuesta, se fue a dormir y meditó largo tiempo sobre las palabras de la mosca.
A la mañana siguiente, el Sol le despertó con sus rayos bonancibles, y el hombre no perdió la ocasión de interpelar al Astro Rey, pues una duda le corroía desde el día anterior: “Amable y bondadoso Sol, que siempre sales para nosotros, los hombres, ¿no se te hace demasiado larga tu existencia? Pues tengo entendido que puedes llegar a vivir miles de millones de años. ¿No te parece injusto que tú vivas tanto y nosotros tan poco?” A lo que el Sol, sin inmutarse ni perder la sonrisa seráfica, le respondió: “¿Y para qué querríais vivir tanto? Sólo veríais nacer y morir todo lo que habéis querido; y al final, dejaríais de querer. Todo se os volvería indiferente. Cuanto más larga es tu existencia, menos valoras las cosas que te rodean. Yo os observo desde mi ataraxia y me da envidia ver cómo disfrutáis de los pequeños placeres, que para mí están vetados. Mi brillo, que tanto os reconforta, es como un buey uncido al yugo o un pájaro enjaulado; brillo porque tengo que brillar. No hay alegría en ello. Soy muy viejo y he visto muchas cosas, y te puedo asegurar que cuanto más breve es la vida, tanto más se vive y se disfruta. Por lo que a mí respecta, estoy cansado de esta vida que me ha sido dada, y si pudiera, de buena gana me cambiaría por ti. Créeme, vivir tanto es una maldición.”
El hombre se retiró igual de asombrado tras aquella plática y recapacitó en todo lo que le habían dicho la mosca y la estrella, y concluyó: “¡Qué malo es comparar! Si no me comparara con otros, cuánto más feliz sería. Entonces mi vida sería plena, y mi existencia, justa y suficiente. No podría desear más. Hasta de la mosca he de sentir envidia, pues ella está contenta con lo poco que tiene, y nada quiere pues nada necesita. Está claro que el universo es tan grande como grandes son tus anhelos.”
Y el hombre, harto sorprendido por aquella sucinta respuesta, se fue a dormir y meditó largo tiempo sobre las palabras de la mosca.
A la mañana siguiente, el Sol le despertó con sus rayos bonancibles, y el hombre no perdió la ocasión de interpelar al Astro Rey, pues una duda le corroía desde el día anterior: “Amable y bondadoso Sol, que siempre sales para nosotros, los hombres, ¿no se te hace demasiado larga tu existencia? Pues tengo entendido que puedes llegar a vivir miles de millones de años. ¿No te parece injusto que tú vivas tanto y nosotros tan poco?” A lo que el Sol, sin inmutarse ni perder la sonrisa seráfica, le respondió: “¿Y para qué querríais vivir tanto? Sólo veríais nacer y morir todo lo que habéis querido; y al final, dejaríais de querer. Todo se os volvería indiferente. Cuanto más larga es tu existencia, menos valoras las cosas que te rodean. Yo os observo desde mi ataraxia y me da envidia ver cómo disfrutáis de los pequeños placeres, que para mí están vetados. Mi brillo, que tanto os reconforta, es como un buey uncido al yugo o un pájaro enjaulado; brillo porque tengo que brillar. No hay alegría en ello. Soy muy viejo y he visto muchas cosas, y te puedo asegurar que cuanto más breve es la vida, tanto más se vive y se disfruta. Por lo que a mí respecta, estoy cansado de esta vida que me ha sido dada, y si pudiera, de buena gana me cambiaría por ti. Créeme, vivir tanto es una maldición.”
El hombre se retiró igual de asombrado tras aquella plática y recapacitó en todo lo que le habían dicho la mosca y la estrella, y concluyó: “¡Qué malo es comparar! Si no me comparara con otros, cuánto más feliz sería. Entonces mi vida sería plena, y mi existencia, justa y suficiente. No podría desear más. Hasta de la mosca he de sentir envidia, pues ella está contenta con lo poco que tiene, y nada quiere pues nada necesita. Está claro que el universo es tan grande como grandes son tus anhelos.”
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Re: Relatividad
Jue Jul 02, 2015 9:40 pm
Buen relato. Óscar, me ha recordado a Zaratrusta y a Sócrates.
Un hombre tiene una inquietud repentina y pregunta a la naturaleza y, otra vez, la respuesta es que el universo es así, pero el hombre es inconformista y se rebela ante la pesada losa de su exasperante verdad, quizás algún día se abra una puerta hacia otra realidad, ese es el empeño de la ciencia ¿no?
Filosofía en estado puro.
Saludos, Óscar.
Un hombre tiene una inquietud repentina y pregunta a la naturaleza y, otra vez, la respuesta es que el universo es así, pero el hombre es inconformista y se rebela ante la pesada losa de su exasperante verdad, quizás algún día se abra una puerta hacia otra realidad, ese es el empeño de la ciencia ¿no?
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Saludos, Óscar.
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Re: Relatividad
Vie Jul 03, 2015 11:52 am
M.G.Hernández escribió:Buen relato. Óscar, me ha recordado a Zaratrusta y a Sócrates.
Un hombre tiene una inquietud repentina y pregunta a la naturaleza y, otra vez, la respuesta es que el universo es así, pero el hombre es inconformista y se rebela ante la pesada losa de su exasperante verdad, quizás algún día se abra una puerta hacia otra realidad, ese es el empeño de la ciencia ¿no?
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Saludos, Óscar.
Son plausibles esas analogías que planteas, la mayéutica de Sócrates como forma de conocimiento y el misántropo Zaratustra conversando en su retiro espiritual con la serpiente y el águila.
Está claro que todo en la vida es una cuestión de perspectiva, y que compararse suele crear resquemor.
Este relato es una fábula moral al estilo Hawthorne o Voltaire, salvando las distancias.
Saludos, Mariano.
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