El Remordimiento

La esclavitud es eterna, derecha a su posición de recuerdos con remordimientos. Insisto que el pretender que el pasado es el olvido, sería una ignorancia viva a toda persona.  Nunca recuerdo que el borrador sería una parte que perdona los errores de la vida. Más que todo, estoy consiente que la vida golpea por lo que siembras. Mi reencuentro con mi pasado exige una aventura realista a lo que soy, porque con toda razón me enseña que no solo basta un borrón. Las noches y los malos  días consumen el derecho a recordar el porqué lo hice, y a quien he herido. Me puedo reír y decir que estoy exagerando, pero si las tinieblas son más reales que un bello día, y la sombra acude a ser necesitada por el sol radiante, entonces quiere decir que no solo he clavado  el clavo en la cruz, pero también he cometido la misma falta piadosa en sangre y piel.  Me necesitó a mi mismo recordar lo buen hecho, la buena vida, y la fenomenal persona, pero también se hace presenta la frialdad, lo mal hecho y asta lo más bajo que puedes llegar.  Las décadas empiezan a pesar, y no por edad  o alguna enfermedad. Insisto que el peso es referente a  como as pintado tu vida en ese dichoso marco, con pintura de agua cristalina y trasparente, o con índice alto de plomo y cobalto. Una gran obra, por ojos del público y virtuosos,  pero me apasiona saber que solo yo inyecto, lo que se dé ti.

No te he leído. Solo he mirado tu foto. Estás roto. Oculta tu rostro. Pareces un poderoso encadenado a una armadura en tu puta cara, pero que no dice nada, no transmite, bórrala, es falsa, lleva armadura de cara dura, en vez de pureza desalmada que procura transmitir culta tu experiencia desnuda. Pura no es. Es una careta.