ROSAS

Cerca de una carretera,
al lado de un descampado
se ubica un lugar.
Local triste y enfermizo
retraído de moralidad
de gerentes delincuentes.

Entre esas cuatro paredes
mueren sueños y alegrías
en camas frías con ácaros.
Una mujer rompe el silencio
le han puesto precio a su cuerpo
quitándole la libertad.

Ahora la que llora es una niña
de menos de catorce años,
han vendido su virginidad.
El poder del color verde
deja las sábanas rojas
y empapados sus ojos azules.

Es como quien vende pescado
en un mercado de esclavitud.
Ahí los pasillos son estrechos.
Mujeres de metro ochenta
con absenta por sangre
deambulan por el lugar.

A golpe de billetera
y un látigo de autoridad
se rige el Infierno.
Que un cliente Rockefeller
por su deseo incestuoso
hizo yacer a dos hermanos.

Se rompe el silencio otra vez,
pero es diferente.
La felicidad en un despacho
del chulo adinerado
a base de construir un imperio
rompiendo almas.

¿Cómo hemos llegado a esto?,
se preguntan las mujeres
preparándose en el baño.
Que incierta es la fortuna.
Empolvando sus narices,
cerrando cicatrices, directas a currar.

Apalizan a una, desobedece a un cliente
no dejándose golpear.
Encerrada en el cuarto de castigo
como si no fuera castigo su vida.
Se encuentra un viejo cristal roto
y alcanza la salvación.

Sueñan con volar
como las hojas, sin destino definido,
pero sin viento
que cohíba
el alzamiento
de los pétalos de rosa.

Has elegido una temática muy dura. Por desgracia, es una realidad que está ahí, soterrada baja capas de cinismo.

Tienes talento para crear atmósferas y contar historias mediante versos, historias que transmiten, aunque hay algunos errores de puntuación y también asonancias como, por ejemplo, "gerentes delincuentes".

Me alegra leerte de nuevo, Zeta.

Saludos.

Zeta escribió:Cerca de una carretera,
al lado de un descampado
se ubica un lugar.
Local triste y enfermizo
retraído de moralidad
de gerentes delincuentes.

Entre esas cuatro paredes
mueren sueños y alegrías
en camas frías con ácaros.
Una mujer rompe el silencio
le han puesto precio a su cuerpo
quitándole la libertad.

Ahora la que llora es una niña
de menos de catorce años,
han vendido su virginidad.
El poder del color verde
deja las sábanas rojas
y empapados sus ojos azules.

Es como quien vende pescado
en un mercado de esclavitud.
Ahí los pasillos son estrechos.
Mujeres de metro ochenta
con absenta por sangre
deambulan por el lugar.

A golpe de billetera
y un látigo de autoridad
se rige el Infierno.
Que un cliente Rockefeller
por su deseo incestuoso
hizo yacer a dos hermanos.

Se rompe el silencio otra vez,
pero es diferente.
La felicidad en un despacho
del chulo adinerado
a base de construir un imperio
rompiendo almas.

¿Cómo hemos llegado a esto?,
se preguntan las mujeres
preparándose en el baño.
Que incierta es la fortuna.
Empolvando sus narices,
cerrando cicatrices, directas a currar.

Apalizan a una, desobedece a un cliente
no dejándose golpear.
Encerrada en el cuarto de castigo
como si no fuera castigo su vida.
Se encuentra un viejo cristal roto
y alcanza la salvación.

Sueñan con volar
como las hojas, sin destino definido,
pero sin viento
que cohíba
el alzamiento
de los pétalos de rosa.

Poco sitio queda para la poesía, estimado Zeta, en el tema que abordas.
Desafortunadamente, desde que el mundo es mundo, esta lacra ha perseguido a la humanidad en todas partes, y lo peor es que no tiene visos de desaparecer.

Me quedo con el fondo de tu poema, veo que la estructura es francamente mejorable, lo que no merma en absoluto el valor de tu mensaje.

Saludos.

Caray con el poema. Es duro, muy duro de lo que hablas. Excelente aportación. Un saludo.

Gracias por el comentario Óscar. He estado un poco desconectado jajaja. Un placer como siempre.

Muchas gracias por el comentario y el apunte sobre la estructura del poema Callejero. Es un problema endémico lamentablemente. Saludos

Gracias por comentar Ramón. Me gusta abordar temas difíciles y duros, pocos hay como la prostitución. Saludos!