Discurso-.

Como un perrito faldero a la altura
de vuestras efigies y lunáticas majestades.
Así me sentí. Desbrozando caminos idénticos,
en los lagos de unos ojos que vomitaban racimos
de uvas y alquitranadas solicitudes. Mezclas
irrisorias de lascivias y palos en las venas cosificadas.
Sentí que me atronaban los labios, pérfidamente.
Oscurecidos de repente en la proyección de un sueño
matemático.
Y convulsivamente, fui apareciendo de pronto
en lo súbito de vuestros sueños. Tan rápido
en las alegrías de aquellos que suplieron esfuerzo
por palabras.
Me dije, nadie cree en la vida. Y así fue.

©

El cierre me ha gustado mucho, y eso es casi lo más importante en un poema. Como de costumbre en ti, imágenes poderosas que traspasan la carne.

Saludos.

Gracias Óscar, saludos-.