La nieve-.

Oh qué tristes esas aperturas de ojos
pestañas que caen si lo hacen a un mundo hostil
o a una cigüeña parada en la laguna fosilizada.
Su propio núcleo orina sobre las formas humanas.
Campanarios país desalojado por la lluvia inclemente
que genera viento y maldad. Pero tu cuerpo, tu solo
cuerpo el vicio previsto y la iniquidad insolente.

Lo que llora es amor en la luz.
Vértigo dinamitado olas de luz impecable
saltos de arena y vómitos insaciables.
Triste mundo, maqueta dolorida
manos desesperadas, flores de amor.

Nocturnamente las flores crecen
sin mácula sin flores sin aceite
sin rectas invisibles a la orilla
de nubes forzadas por el cráneo
a ovillar un núcleo de tormentos.
Las flores son vías a lo subterráneo
y crecen porque les da la gana.
Entre estofados y lenguas asadas,
malogran sus resultados porque
les da la gana.

Oh miento miento
luz de verdes fosforescencias,
la eterna divergencia el sol más negro
la fórmula de antaño ignorada por todos.
Un grano de arena en una balsa incendiada.
Una forma exacta de medir compasiones.
Una mano la esparcidora de secretos terribles.

Luz de mano en guante de acecho
calidad de huestes que ejércitos
vulneran capacidades prolijas
próximos vencerán a la eterna dualidad
del hombre. Tu cuerpo tan cansado
es luz bellísima.

En los crepúsculos el insomnio platea
de amor, calidoscopio de sangre en noches
sótanos deliberados mantas de acero
carros de combate diseñados para la gran
inacción. Todo tu cuerpo tiembla en la gran
raza orquestada desde milímetros ocasionales.
Tu danza es amigable y el vino, lo es más.

©

La luz, siempre tan poética, aun cuando se acompañe de sombras, o tal vez precisamente por ello. Bello repertorio de imágenes.

Saludos.

Gracias Óscar por la parte que me toca; es inevitable que las luces tengan también sus sombras, al parecer. Un abrazo-.