Tristófaga

A Patty, In Memoriam

¿Sabes qué duele más que haberte perdido?
Seguir aquí

Ayer me atragantaba con el último dulce de tu bolsita
donde guardabas medio mundo para hacerme feliz:
la libretita negra de apuntes importantes,
tus dos pares de lentes (ambos bifocales),
alguna foto de mi infancia,
chocolate de almendras, galletas de vainilla,
(tú sabías mejor de mis gustos que yo misma)
y una media sonrisa (que sin brete me sacabas).

Siempre me repetías que podía ser cuanto yo quisiera
yo solo quería que estuvieras conmigo…

Como cuando decidí temporalmente
que iba a tocar piano el resto de mi vida,
ahora todas las notas se llaman tú
Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Tú
                                      (Sí, Tú)

Para cuando aprendía a tocar saxo
solo pudiste escuchar mi canción de despedida.
Ya no pude seguir.
Hoy, cada vez que me cuelgo el saxofón en el cuello
me pesa toda tu ausencia.

Entonces solo quise ser poeta
y escribir para ti;
pero es que la tristeza disuelve los poemas
cuando borra mi ilusión.

Yo solo quería ser poeta
-Tal vez tampoco pueda-.

Claro que puedes, y lo eres. Tu "tristófaga" me ha recordado mi "lotófago de besos", aunque el tono empleado es muy distinto en ambos casos. Creo que el punto de fuerte de este poema (como ocurre con el de Marius) reside en la naturalidad (una naturalidad poética y sumamente expresiva, huelga decir) con la que hablas sobre temas personales, introduciendo motivos del día a día (chocolate de almendras, galletas de vainilla, el saxofón) para hacer un todo muy personal, y además, en este caso, la sinestesia facilita una suerte de música comestible, como notas de chocolate. Como último apunte, las acotaciones son todo un acierto.

Sigue escribiendo, Marisol. Nunca dejes de hacerlo, aunque la Tristeza sea tu amiga, aunque la Tristeza te dicte los versos.

Besos faetónicos.

Me ha gustado mucho el poema, Marisol, y está claro que eres poeta, salta a la vista. La tristeza si nos busca siempre nos encuentra, tú lo has retratado de una forma nostálgica y muy bella, amparada por esos detalles del día a día que dan oficio e intimidad a tus letras en eso coincido con la observación de  Óscar, Y, sí, tienes razón lo peor de la perdida es seguir estando aquí. Muy bello.

Un abrazo.

_María

Marisol Galarza escribió:

A Patty, In Memoriam

¿Sabes qué duele más que haberte perdido?
Seguir aquí

Ayer me atragantaba con el último dulce de tu bolsita
donde guardabas medio mundo para hacerme feliz:
la libretita negra de apuntes importantes,
tus dos pares de lentes (ambos bifocales),
alguna foto de mi infancia,
chocolate de almendras, galletas de vainilla,
(tú sabías mejor de mis gustos que yo misma)
y una media sonrisa (que sin brete me sacabas).

Siempre me repetías que podía ser cuanto yo quisiera
yo solo quería que estuvieras conmigo…

Como cuando decidí temporalmente
que iba a tocar piano el resto de mi vida,
ahora todas las notas se llaman tú
Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Tú
                                      (Sí, Tú)

Para cuando aprendía a tocar saxo
solo pudiste escuchar mi canción de despedida.
Ya no pude seguir.
Hoy, cada vez que me cuelgo el saxofón en el cuello
me pesa toda tu ausencia.

Entonces solo quise ser poeta
y escribir para ti;
pero es que la tristeza disuelve los poemas
cuando borra mi ilusión.

Yo solo quería ser poeta
-Tal vez tampoco pueda-.

Me suscribo a los comentarios de óscar y María.

La estrofa que resalto explica a la perfección la injusticia de la muerte, los sueños que ya nunca serán realidad se tornan en nostalgia del futuro.
En cuanto a lo que dice Óscar de los motivos del día a día, efectivamente, nuestro hogar son todas las cosas que abarcamos con nuestros sentidos, las cosas sencillas, los pequeños detalles.
En cuanto a los dos últimos versos, me sumo a los demás, ya eres poeta, ni se te ocurra abandonar...

Esto...

"ahora todas las notas se llaman tú
Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Tú
(Sí, Tú)"

...es genial

Un abrazo.

Óscar Bartolomé Poy escribió:Claro que puedes, y lo eres. Tu "tristófaga" me ha recordado mi "lotófago de besos", aunque el tono empleado es muy distinto en ambos casos. Creo que el punto de fuerte de este poema (como ocurre con el de Marius) reside en la naturalidad (una naturalidad poética y sumamente expresiva, huelga decir) con la que hablas sobre temas personales, introduciendo motivos del día a día (chocolate de almendras, galletas de vainilla, el saxofón) para hacer un todo muy personal, y además, en este caso, la sinestesia facilita una suerte de música comestible, como notas de chocolate. Como último apunte, las acotaciones son todo un acierto.

Sigue escribiendo, Marisol. Nunca dejes de hacerlo, aunque la Tristeza sea tu amiga, aunque la Tristeza te dicte los versos.

Besos faetónicos.

Gracias por la visita, Óscar, esta poesía, como bien dices, es una experiencia personal e íntima, que quiso retratar lo sensible de la cotidianidad. Me alegra que pudieras comerte esas notas de chocolate.

Besos trísticos.

María López escribió:Me ha gustado mucho el poema, Marisol, y está claro que eres poeta, salta a la vista. La tristeza si nos busca siempre nos encuentra, tú lo has retratado de una forma nostálgica y muy bella, amparada por esos detalles del día a día que dan oficio e intimidad a tus letras en eso coincido con la observación de  Óscar, Y, sí, tienes razón lo peor de la perdida es seguir estando aquí. Muy bello.

Un abrazo.

_María

Gracias María por la visita, me alegra que te haya gustado este poema y que hayas podido encontrar en él argumentos de nostalgia que te parecieran bellos.
Un abrazo.

M.G.Hernández escribió:

Marisol Galarza escribió:

A Patty, In Memoriam

¿Sabes qué duele más que haberte perdido?
Seguir aquí

Ayer me atragantaba con el último dulce de tu bolsita
donde guardabas medio mundo para hacerme feliz:
la libretita negra de apuntes importantes,
tus dos pares de lentes (ambos bifocales),
alguna foto de mi infancia,
chocolate de almendras, galletas de vainilla,
(tú sabías mejor de mis gustos que yo misma)
y una media sonrisa (que sin brete me sacabas).

Siempre me repetías que podía ser cuanto yo quisiera
yo solo quería que estuvieras conmigo…

Como cuando decidí temporalmente
que iba a tocar piano el resto de mi vida,
ahora todas las notas se llaman tú
Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Tú
                                      (Sí, Tú)

Para cuando aprendía a tocar saxo
solo pudiste escuchar mi canción de despedida.
Ya no pude seguir.
Hoy, cada vez que me cuelgo el saxofón en el cuello
me pesa toda tu ausencia.

Entonces solo quise ser poeta
y escribir para ti;
pero es que la tristeza disuelve los poemas
cuando borra mi ilusión.

Yo solo quería ser poeta
-Tal vez tampoco pueda-.

Me suscribo a los comentarios de óscar y María.

La estrofa que resalto explica a la perfección la injusticia de la muerte, los sueños que ya nunca serán realidad se tornan en nostalgia del futuro.
En cuanto a lo que dice Óscar de los motivos del día a día, efectivamente, nuestro hogar son todas las cosas que abarcamos con nuestros sentidos, las cosas sencillas, los pequeños detalles.
En cuanto a los dos últimos versos, me sumo a los demás, ya eres poeta, ni se te ocurra abandonar...

Esto...

"ahora todas las notas se llaman tú
Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Tú
                                     (Sí, Tú)"

...es genial

Un abrazo.

Gracias, Mariano. Coincido en la estrofa que destacas, quizás es la que más fuerza le da al poema. Celebro que te gustara el verso que juega con las notas.

Un abrazo.

Recupero uno de los primeros poemas que se publicaron en el foro, y que merece ser leído por quienes no tuvieron la ocasión de hacerlo.

Se te echa de menos por aquí, Marisol.

¡Excelente, con un final dolorosísimo, como cada verso que le antecede! La pérdida de alguien, y de lo que esa persona de uno se lleva, es algo muy doloroso. Golpea fuerte. Duele. Y no hay nada mejor que dejarse caer. Porque, a menos que te haya matado, a la larga te levantas. Espero que siendo poeta le suceda. Y vuelva a tocar saxo.