Frío

Ayer te eché en falta,
y no estabas.

No podías consolarme,
no podías aliviar la opresión de mi pecho
cuando te marchaste
y me dejaste con el corazón muerto.

Recordaba cómo me ayudabas a respirar
cuando mis pulmones decidían no funcionar.

Podía sentir tu tacto en mi húmeda piel
para eliminar esas lágrimas que caían sin placer.

En mi cabeza oía el susurro de tu voz
al intentar calmar mis llantos sin cesar.

Pero…

Allí estaba yo.

Sola.

Sin ti.

Haciéndome sangre en las manos
al aferrarme a la idea de que te fuiste,
sin avisarme.

Al mero hecho de que tengo que ser yo sola
la que tenga que salir adelante.

Sin contar con la ayuda de un arrogante.

Porque tengo que ser yo,
y no tú.

Porque tú ya no estás

Ya no.