Tragos que saben a poco

La vida escapa en sorbos minúsculos
dónde exhalar por momentos
no fuere conveniente y
mis dedos se vuelven cobrizos.
Pues yo, de mis manos y uñas
no soy más que un relieve humano.
Un hombre llano
errado y por perecer.
Un alma entonada
en sílabas anatómicas.
¿Soy algo más
que diálogos de carne y hueso?
Por momentos, siento que hay
una cavidad animal en mi pecho
que cicatriza en mis vaciles
y es que mis manos
quieren sentir su calor pudiente.
Nadie acaricia ya mis cuerdas vocales
y vocifero mi existencia
en un plano sin retorno.
Escasean los susurros de la vida
y mis oídos se enceran
de pensar que paso un segundo más
siendo un nómada entre certezas.