Edén-.

Oh Dios mío, tú que inoculaste
en mí, la llama de la ausencia,
y en mí, también clamas tu dichosa
venganza, dime, dime, ausente de ti,

cómo crecen los niños al este del Edén.
Donde las almas desaparecen con recóndito
malestar, y el brusco despertar de los sentidos,
amenaza sobre la hierba seca.

En qué espacios te vertebras, en qué Lucifer
te reencarnas, en dónde sitúas tu ambrosía,
en qué redondez ubérrima te ofrecen su néctar.
Porque has desaparecido, Dios de un solo castigo,
y la tierra se estanca en légamos yertos, donde
la razón es sólo otro castigo.

Sin paz para encontrarte, aquí sigo. Único
y unánime.

"Al este del Edén" es una expresión muy cinematográfica. Estos poemas que son como jaculatorias suelen destilar una gran pasión y viveza. "Único y unánime" es un cierre contundente.

Un abrazo.

Gracias Óscar, la contundencia que sugieres me vino prácticamente de repente, y sin apenas cribado; fue una especie de inspiración. Un abrazo-.