Mi hijo, el que nunca fue

Yo tuve un hijo,
mas en verdad no lo tuve,
pues que tal hijo mío
nació a medio nacer
y murió no habiendo sido.
Como la juventud que entonces yo tenía
y ya no tengo, mi hijo llegó demasiado pronto
y demasiado pronto se fue.
No fue lo bastante para serlo todo,
e incompleto como era, nada fue.
Yo nunca llegué a verlo y tarde supe de él
–tan tarde que ya no lo era–,
un proyecto de hombre, una esperanza,
un sentimiento todo lo más; antes
una idea preconcebida que un íntegro ser;
pues, ay, aquello que no tiene un nombre
para ser nombrado nada representa y nada es.
Quise sentir lástima por él
–por aquel hijo mío, el que nunca fue–,
por lo que podía haber sido
–¿cómo se habría llamado?,
¿era hombre o mujer?–
por lo que nunca llegó a ser,
pero no sentí nada.
Indiferencia, vacío,
una inefable tristeza, tal vez.

Tristes versos, buen poema, un abrazo-.