Las manos del verbo-.

De la fricción lumínica del aire
mi cuerpo deteriorado fue creando
su espacio indubitable, por las áreas
francas del nombre pretérito, reiteró
su unanimidad sigilosa. Acechaba
en él, la negrura de la mano asesina y pilosa,
cauterizando breves conversaciones de índole
intelectual, abrevando en diversos templos del orden.
¡Oh martirio único del verbo, usado en ofrendas leves
y templadas, que acusaban su desgaste más allá
del verso límpido y conciso! Su eterna figura,
de errante disciplina, torturaba mi efigie completa.
Mas dediqué largo tiempo a la investigación y el análisis,
olvidando su formulación lejana, su enunciación precisa.
Entonces, cielo y tierra, aún combatían en la garganta del profeta.
Músculos heridos revitalizaban la mezcla de las sacras pócimas,
invitando a la negación de un miembro en su deriva de ángeles
y opiáceos oportunos. Oh belleza inmóvil de los ejes diurnos, el sol,
astro efímero, torturando los desechos e irguiéndose misterioso
sobre valles dinamitados por la melancolía. Y mi cuerpo
fue contaminándose de otras voces, de otras sinónimas robusteces,
adquiriendo su lámina de profunda latitud.
Dimensiones ocasionales que proferían sus grititos
ridículos, emblemas erosionados por taciturnos ojos ásperos,
y un ejército de sangre que golpeaba los cristales hibernados.
Así fue, y así fui. Sangre retorcida por los estrangulamientos breves
de otros cuerpos salobres, rosa perfumada por el azufre de un millar
de continentes. Rosa, árbol o tronco apenas dormido.

22/06/16©

Es un poema muy denso, con múltiples imágenes y significados, proteico y caleidoscópico. Exige una lectura paciente y atenta. Volveré a él, pero me ha dejado una grata sensación.

Saludos.

Gracias Óscar, saludos!