La abeja

En un dia perfecto de primavera esos en los qué él viento ondea sereno y él brillo cálido del sol iluminaba cada rincon del mundo, las puertas y ventanas de la casa blanca estaban todas abiertas de par en par, estaba yo asiendo absolutamente nada en mi pieza cuando de repente oigo un un rugir desprevenido perteneciente a una esquina oscura era un insecto normal y corriente pero con un torso amarillo qué la distinguia de otros diptidos,”de seguro entro por la ventana” me dije a mi mismo, lastimosamente justo momentos atras la habia cerrado ademas qué esa ventana era milenaria, mi abuelo vivio desde su niñez en este cuarto con esa misma ventana con las mismas partes metalicas oxidadas y él mismo vidrio quebrantado dejando la marca de una telaraña de grietas, entonces esas partes oxidadas hacian qué tan solo la ventana se pudiera abrir y cerrar una vez al dia hasta qué se volviera a aflojar en él frio de la madrugada.

Aquella abeja de seguro habría de venir por él árbol de naranjas qué hay detrás de mi casa. En él muro del vecino se asomaban chismosas las ramas de un árbol con diminutas y bellas flores siempre me gusto ir en las tardes y observar qué clase de insectos y animales les atraía él gusto delicado de su polen entre los murciélagos y colibríes se encontraba una gran colmena de abejas qué se adueñaban de las flores con vigor.

Abrí la puerta de mi cuarto para qué la abeja viera los rayos matinales pertenecientes a la galería de la casa, pero lo único qué hacía era chocar su débil cuerpo contra él muro de hormigón frío.

Entonces de la cocina agarré un frasco de vidrio para conservas sin tapa, me acerque a la esquina oscura y cómo un sapo enloquecido me lanze a atraparla y cuando la tuve en él frasco lo tape con mi mano y sali marchando rápidamente a la puerta de atrás donde en él umbral soleado solté la mano y observe cómo la abejas se alejaba lentamente de la escena.

Muy interesante hablar sobre una abeja, muy original, un placer.
javier