- Spyc Dama
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Localización : Zaragoza
Espléndida Susana
Mar Sep 03, 2024 3:20 am
Espléndida Susana, al clarear la mañana.
Novedosa, su rostro de espejo y,
la espalda de polvera, toalla blanca,
una jarra, la palangana, y la violeta flotaba.
De amanecer se cubría la olor a vino dulce.
Todavía no se maquillaba de ardor a olvido.
No era de mármol, la habitación, sino gris bueno,
que contrastaba, con el estuche nacarado, tiznado roja
de hambre mal saciado el rojo, a azules de marquesina.
Los detalles hoteleros, joven matiz, joven rubí, jóvenes
líneas de agua, al regocijo y rambla y coleta.
Los labios matriciales acampanándoselos, Susana, al
clarear la mañana…
Espléndida Susana, la mosquetera al aire.
Heno de contrastes barro húmedo que seca
al sol inocente y tímido que ya salpica la hierba.
El agua milagrosa de la lluvia que cesó, se
ampara de vid verde violeta y granate
hinchada al horizonte, versó uno hace tanto si planas
eran las esferas, los pétalos empañados se combaban,
todavía las manos altas, ah, ya caen a sus
muslos, aun gitanas y lisas las paredes…
compatriotas de Susana al clarear la mañana.
Silbó el tren nada en la vía.
Silbó el tren dos veces… y vi
uno allá por la mañana, quieto.
Sonó otro por la tarde ya parado lamentaba
no poder estar vadeando todo el día y noche.
Pues a la noche, no sonó ninguno en la estación fantasma.
Pero yo sí que vi la luz de su farol.
Quedó solo un vagón, ¿descarrilado? No,
guardaba sus tablones aún vivos… Le dije:
¿Usted, si me permite, no irá para Adelaida?
Me sonrió: ¿un vagón? ¿acaso pueden?
Sabrá, que porta a la gambeta los portones y
ajustes de mi olvido… Todavía no se maravillaba.
¿No era aquello una luz crepitante y humo
cual de biblioteca y faro…
Al no existir los días ni
las horas… pensé novedoso: ¿Cómo estará Susana
al clarear su albada.
¡Oh! castaño negro se abrió el abismo
¿Las castañuelas se aburrían?
Intrascendente yo
como de un túmulo de sangre en un hilillo, pendiente
Y sal, y azúcar y canela clara…
¿Las castañuelas se aburrían?
¿Y yo?
Yo solo escribo sobre la muerte, la miseria
la amargura y la tristeza, solo de la soledad.
A veces melancólico a verde y hojarasca…
A veces alegre o no…
Oh, negro y castaño
Se abrió el abismo… ¿frío?
¿dime por qué el infierno debe serlo?
Novedosa, su rostro de espejo y,
la espalda de polvera, toalla blanca,
una jarra, la palangana, y la violeta flotaba.
De amanecer se cubría la olor a vino dulce.
Todavía no se maquillaba de ardor a olvido.
No era de mármol, la habitación, sino gris bueno,
que contrastaba, con el estuche nacarado, tiznado roja
de hambre mal saciado el rojo, a azules de marquesina.
Los detalles hoteleros, joven matiz, joven rubí, jóvenes
líneas de agua, al regocijo y rambla y coleta.
Los labios matriciales acampanándoselos, Susana, al
clarear la mañana…
Espléndida Susana, la mosquetera al aire.
Heno de contrastes barro húmedo que seca
al sol inocente y tímido que ya salpica la hierba.
El agua milagrosa de la lluvia que cesó, se
ampara de vid verde violeta y granate
hinchada al horizonte, versó uno hace tanto si planas
eran las esferas, los pétalos empañados se combaban,
todavía las manos altas, ah, ya caen a sus
muslos, aun gitanas y lisas las paredes…
compatriotas de Susana al clarear la mañana.
Silbó el tren nada en la vía.
Silbó el tren dos veces… y vi
uno allá por la mañana, quieto.
Sonó otro por la tarde ya parado lamentaba
no poder estar vadeando todo el día y noche.
Pues a la noche, no sonó ninguno en la estación fantasma.
Pero yo sí que vi la luz de su farol.
Quedó solo un vagón, ¿descarrilado? No,
guardaba sus tablones aún vivos… Le dije:
¿Usted, si me permite, no irá para Adelaida?
Me sonrió: ¿un vagón? ¿acaso pueden?
Sabrá, que porta a la gambeta los portones y
ajustes de mi olvido… Todavía no se maravillaba.
¿No era aquello una luz crepitante y humo
cual de biblioteca y faro…
Al no existir los días ni
las horas… pensé novedoso: ¿Cómo estará Susana
al clarear su albada.
¡Oh! castaño negro se abrió el abismo
¿Las castañuelas se aburrían?
Intrascendente yo
como de un túmulo de sangre en un hilillo, pendiente
Y sal, y azúcar y canela clara…
¿Las castañuelas se aburrían?
¿Y yo?
Yo solo escribo sobre la muerte, la miseria
la amargura y la tristeza, solo de la soledad.
A veces melancólico a verde y hojarasca…
A veces alegre o no…
Oh, negro y castaño
Se abrió el abismo… ¿frío?
¿dime por qué el infierno debe serlo?
A Luciana Rubio y a MIGUELPOE les gusta esta publicaciòn
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