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EL HUERTO
Dom Oct 06, 2024 10:35 pm
Recuerdo con añoranza el huerto de mi abuelo
todos los días iba a regarlo religiosamente
cavar, quitar malas hierbas o plantar algo
Tomates, patatas… que brotaban como de agua fuente.
El mimo con el que hacia todo, era su mejor posesión
no había salido el sol, cuando enganchaba la mula al carro
Española se llamaba la mula, animal noble, que conocía camino y misión
el huerto estaba retirado del pueblo, llegabas por caminos de piedra y barro.
Tenía una pequeña alberca, agua limpia, clara y fresca, como no he probado
y una higuera que daba higos dulces como la miel y de sombra la tierra pintaba
eran de mi abuelo el fruto preferido. Melones y membrillos le mantenían ocupado
frutos, que en casa colgaba de vigas, con cuerda de esparto, todo el año conservaba.
Lugar más fresco y natural, no he encontrado en los calurosos días de verano,
la sombra, el murmullo del agua o el viento moviendo las hojas de la higuera
recuerdos que aun siendo un chiquillo, se han quedado grabados, como surcos de la mano
mi abuelo me explicaba esto o me enseñaba aquello, y yo disfrutaba de felicidad verdadera.
todos los días iba a regarlo religiosamente
cavar, quitar malas hierbas o plantar algo
Tomates, patatas… que brotaban como de agua fuente.
El mimo con el que hacia todo, era su mejor posesión
no había salido el sol, cuando enganchaba la mula al carro
Española se llamaba la mula, animal noble, que conocía camino y misión
el huerto estaba retirado del pueblo, llegabas por caminos de piedra y barro.
Tenía una pequeña alberca, agua limpia, clara y fresca, como no he probado
y una higuera que daba higos dulces como la miel y de sombra la tierra pintaba
eran de mi abuelo el fruto preferido. Melones y membrillos le mantenían ocupado
frutos, que en casa colgaba de vigas, con cuerda de esparto, todo el año conservaba.
Lugar más fresco y natural, no he encontrado en los calurosos días de verano,
la sombra, el murmullo del agua o el viento moviendo las hojas de la higuera
recuerdos que aun siendo un chiquillo, se han quedado grabados, como surcos de la mano
mi abuelo me explicaba esto o me enseñaba aquello, y yo disfrutaba de felicidad verdadera.
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