- Óscar Bartolomé PoyFundador del ParnasoGenerador de debatePremio a la participación activa en el foroInsignia de oroDistinción al poeta que obtiene el reconocimiento de los demás compañerosPopularidadGalardón al poeta cuyos temas gustan a la comunidadMirmidónVeterano del foro
- Mensajes : 2796
Numen del poeta : 8446
Reputación : 152
Fecha de inscripción : 03/06/2015
Edad : 45
Localización : El Parnaso
La pluma y el rayo de luna
Jue Jun 11, 2015 11:27 am
En la penumbra de una buhardilla, un rayo de luna, tan huérfano como cualquiera de los trastos allí abandonados, bailaba en círculos alrededor de la pluma de un deslustrado morrión.
El rayo se sentía tan solo en la oscuridad, tan triste y desamparado, que buscaba la compañía de un objeto al que, en el delirio de su fantasía, quería animar. Tal era su ingenuidad; tal era su ilusión.
Al principio nada se movía en la quietud embalsamada de la noche. El silencio era un espejo roto, mate. Los bargueños dormían un sueño de siglos recubiertos por una espesa capa de polvo, y los postigos de las ventanas permanecían cerrados al mundo exterior por herrumbrosas fallebas. Sólo aquel ceniciento rayo de luna, que penetraba por el orificio de un cristal sucio y mohoso, horadaba la impenetrable oscuridad con su trémulo parpadeo.
Aquélla era la única perturbación en el ambiente estanco de la buhardilla, y sin embargo, al poco tiempo, tímidamente y de manera casi imperceptible, pero cada vez con más viveza, como quien despierta de un sueño profundo o de un prolongado letargo, la pluma comenzó a blandirse. No había en el angosto cuarto de paredes desconchadas viento o brisa que la agitase, pero las barbillas tremolaban débilmente en el claro de luna, erizándose en una improvisada coreografía, garabateando en el aire una discontinua sucesión de filigranas y arabescos. A impulsos de una renovada energía, curvando el cálamo, la pluma se contoneaba y ondeaba con creciente vigor y excitación, tal que parecía el estandarte más colorido en el penacho de un ave de exótico plumaje. Era como si se aprestara a volar o como si quisiera escribir un verso en la serpentina cinta de luz que caía al sesgo con la caligrafía argentina de la luna. Al mismo tiempo, y lo que quizá fuera aún más sorprendente, el antiguo casco de bronce repujado –que tal vez en otro tiempo había protegido la cabeza de un bizarro conquistador español del dardo envenenado de un indígena–, relampagueó súbitamente en la oscuridad como metal bruñido y esplendente, y acompañando a la pluma danzarina, se puso a gorjear, con un canto sonoroso que iluminó hasta el rincón más umbrío de la estancia, donde una araña tejía laboriosamente la mortaja del tiempo.
El rayo de luna y la pluma se amaron entre las sombras delusorias del desván, mientras la ciudad dormía, ignorante del milagro que se obraba cada noche en aquel trastero. El hechizo duraba hasta el amanecer, cuando, con los primeros rayos de sol, se disipaban los últimos vestigios del sueño.
El rayo se sentía tan solo en la oscuridad, tan triste y desamparado, que buscaba la compañía de un objeto al que, en el delirio de su fantasía, quería animar. Tal era su ingenuidad; tal era su ilusión.
Al principio nada se movía en la quietud embalsamada de la noche. El silencio era un espejo roto, mate. Los bargueños dormían un sueño de siglos recubiertos por una espesa capa de polvo, y los postigos de las ventanas permanecían cerrados al mundo exterior por herrumbrosas fallebas. Sólo aquel ceniciento rayo de luna, que penetraba por el orificio de un cristal sucio y mohoso, horadaba la impenetrable oscuridad con su trémulo parpadeo.
Aquélla era la única perturbación en el ambiente estanco de la buhardilla, y sin embargo, al poco tiempo, tímidamente y de manera casi imperceptible, pero cada vez con más viveza, como quien despierta de un sueño profundo o de un prolongado letargo, la pluma comenzó a blandirse. No había en el angosto cuarto de paredes desconchadas viento o brisa que la agitase, pero las barbillas tremolaban débilmente en el claro de luna, erizándose en una improvisada coreografía, garabateando en el aire una discontinua sucesión de filigranas y arabescos. A impulsos de una renovada energía, curvando el cálamo, la pluma se contoneaba y ondeaba con creciente vigor y excitación, tal que parecía el estandarte más colorido en el penacho de un ave de exótico plumaje. Era como si se aprestara a volar o como si quisiera escribir un verso en la serpentina cinta de luz que caía al sesgo con la caligrafía argentina de la luna. Al mismo tiempo, y lo que quizá fuera aún más sorprendente, el antiguo casco de bronce repujado –que tal vez en otro tiempo había protegido la cabeza de un bizarro conquistador español del dardo envenenado de un indígena–, relampagueó súbitamente en la oscuridad como metal bruñido y esplendente, y acompañando a la pluma danzarina, se puso a gorjear, con un canto sonoroso que iluminó hasta el rincón más umbrío de la estancia, donde una araña tejía laboriosamente la mortaja del tiempo.
El rayo de luna y la pluma se amaron entre las sombras delusorias del desván, mientras la ciudad dormía, ignorante del milagro que se obraba cada noche en aquel trastero. El hechizo duraba hasta el amanecer, cuando, con los primeros rayos de sol, se disipaban los últimos vestigios del sueño.
_________________
Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
I loved you like the darkness loves the brightness of a dying star.
- María LópezPoeta DestacadoGenerador de debatePremio a la participación activa en el foroMirmidónVeterano del foro
- Mensajes : 209
Numen del poeta : 4266
Reputación : 4
Fecha de inscripción : 05/06/2015
Re: La pluma y el rayo de luna
Vie Jun 12, 2015 1:32 am
Me gustó mucho tu cuento, los relatos me encantan, éste ha sido especialmente bello. Me gustan los relatos que cuentan con la luna, en este caso un rayo que ilumina una pluma, es muy simbólico, claro. Dicen que la luna inspira a los poetas, has escrito un relato que lo explica de una manera especial y bella, por otra parte el final me encanta porque dicen que la luna también regula nuestras horas de sueño, dependiendo de su estado, esa referencia al sueño me gusta también.
Un abrazo
_María
Un abrazo
_María
_________________
La primera tarea del poeta es desanclar en nosotros una materia que quiere soñar.
Gastón Bachelar.
- Óscar Bartolomé PoyFundador del ParnasoGenerador de debatePremio a la participación activa en el foroInsignia de oroDistinción al poeta que obtiene el reconocimiento de los demás compañerosPopularidadGalardón al poeta cuyos temas gustan a la comunidadMirmidónVeterano del foro
- Mensajes : 2796
Numen del poeta : 8446
Reputación : 152
Fecha de inscripción : 03/06/2015
Edad : 45
Localización : El Parnaso
Re: La pluma y el rayo de luna
Vie Jun 12, 2015 11:27 am
María López escribió:Me gustó mucho tu cuento, los relatos me encantan, éste ha sido especialmente bello. Me gustan los relatos que cuentan con la luna, en este caso un rayo que ilumina una pluma, es muy simbólico, claro. Dicen que la luna inspira a los poetas, has escrito un relato que lo explica de una manera especial y bella, por otra parte el final me encanta porque dicen que la luna también regula nuestras horas de sueño, dependiendo de su estado, esa referencia al sueño me gusta también.
Un abrazo
_María
En este cuento desato mi faceta más soñadora. Es una fantasía teñida de romanticismo donde los objetos más comunes cobran vida y relieve de leyenda.
Me alegro de que te haya gustado tanto. Un abrazo, María.
_________________
Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
I loved you like the darkness loves the brightness of a dying star.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.