Dulcemente ataviada-.

Dulcemente ataviada,
contagio de ramos fúnebres,
incitándose con las manos atrofiadas,
hasta la sumisión completa de sueños y uñas.
Entre bastidores, una incertidumbre vaga,
proyecta su antigua medusa
de cuerpos mancillados.
Lirios, azucenas, dalias, peinan
su lenidad, mirad cómo golpean
dos duendes el agua con palos y lenguas.
Resortes ambiguos cancelan sus pueriles vendajes,
las vestiduras infantiles de su reino de vapor.
Las largas inclemencias ahora rigen,
hasta el agotamiento de su crucifixión.

Me he imaginado a la Ofelia de Millais mientras leía tus versos. Hay algo pictórico, y también teatral, en el poema. Asimismo, es de lo más romántico que te he leído.

Saludos, Bienve.

Sin duda, la pintura siempre me inspiró, desconozco de dónde proceden tantas versiones de un mismo tema, pero mis poemas, si los puedo llamar así, son eso precisamente, pinturas temáticas. Un saludo Óscar, y muchas gracias por tus palabras y comentario!