La aurora imprevista

LA AURORA IMPREVISTA


Amanece la noche. La sombra
desciende desde la bóveda
más alta hasta la ciudad
dormida, penetrando
por rendijas y cicatrices.

El horizonte es un recuerdo
para la mirada triste del marino
y tierra adentro, la angustia
se apodera del bosque
y se ensaña en los hospitales.

En el alba extraviada, despunta
el misterio en el fondo de la piedra.
Entristece su canción la lluvia
mientras dentro, muy dentro
de las casas y los corazones, cesa
un momento la vida; sin claridad,
el alma se estremece.

Aparece fuego de amor indigno  
en oscuros callejones. Las catedrales
de neón acogen a  fieles devotos
de lo prohibido. El cielo observa
el temor de quien vela.

Pero hay otra noche, noche clara
de jazmines a la que nos convocan
generosos planetas que saben
de antiguo nuestros nombres,
para soñar en paz el sueño hermoso
e imposible de los desheredados.

Dos clases o tipografías de noche: la clara, la sencilla, la que sabe y conoce nuestros afanes infantiles y de pubertad, la que protege con su manto crepuscular y mágico, con su firmamento repleto de estrellas. Y luego, la noche más irritante, más nuestra, por ser la que vivimos y padecemos muchos: la noche amarga y sin futuro. La del terror nocturno. Un saludo Pablo!

"Entristece su canción la lluvia"

Me siento muy identificado con este verso.

"para soñar en paz el sueño hermoso
e imposible de los desheredados."

Destaco el humanismo de todo el poema y más aún de de estos versos finales.

Saludos, Pablo.