Sacromonte-.

Vegetal odalisca que danzaba
entre telas rupestres.
Tu cintura, un caparazón disecado,
permanecía intacta entre soportales
de lluvia.
Las lunas ocupadas, la sangre de oficina,
tatuaban los álamos que vistieron tu agonía.
¡Fuiste tan breve!; me recordabas a un ímpetu
de magnolias, de verdes maderas con combates
de luna llena.
Entre los dientes, las máquinas celestes
chorreaban luz de planta inferior, como en un
deteriorado bajorrelieve.
Plumaje apenas inventado, o ficticio,
desplazaste tu tronco entre coníferas sepultado.
Yo pretendía lo que se movía entre
las pestañas, esas alas respetuosas con el
aire vengativo.
Llevaba siempre un atrezo de biombos
y plenilunios sacrificados, donde admitían
monedas y vasijas rotas, cerámicas rústicas
de tu pecho al mío.
Rotos los batientes, ¿qué quedará de las puertas?

07/06/19

Hay algo entre romántico y erótico en estos versos, no exento de cierto desapego. Es la primera vez que percibo tal tono en tu poesía. La palabra odalisca ya de por sí condiciona un poema. No conozco el Sacromonte, pero creo que también invita a sumirse en dichos afectos.

Saludos, Bienve (¿o mejor Ben?).

Muchas gracias Óscar, por tus recientes críticas que, y en este caso al menos, hizo que reelaborara un tanto mi precario mobiliario poético, utilizando el vehículo de este poema para ello. No sé si lo conseguí, pero ahí queda. Un abrazo!


Ben-.