- Pablo Tormo SalesPoeta DestacadoGenerador de debatePremio a la participación activa en el foroPoema de la SemanaReconocimiento al mejor poema de la semanaMirmidónVeterano del foro
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El violín del fin del mundo
Mar Ene 21, 2020 8:47 pm
EL VIOLÍN DEL FIN DEL MUNDO
Al final de la bienaventurada maratón de los placeres,
dije adiós en silencio a mis días más vertiginosos.
Los cantos festivos y los reflejos del vino que al cabo
resultaron familiares, aún vinieron conmigo
un buen trecho hasta ser pasto de la distancia
y la soledad. Quedará el polvo de los sueños
o alguna promesa olvidada como único legado.
Las tierras verdes y su cielo de azores,
donde el aire huele a pan, y nacer y morir sucede
con naturalidad, me ven ya sin armadura.
En mi pecho desnudo de ambición,
quedan solo las medallas que gané, si pude hacerlo,
sin palabras de amenaza; nunca fue la desgracia
premio ni consuelo.
El sol brilla en lo alto del camposanto de agua,
iluminando por igual el origen y la muerte.
En la noche larga que a nadie corrompe, alzo mis manos
con ternura y esperanza hacia las estrellas que muestran
por fin la cumbre: hora es de acudir al lugar de la cita
donde no existen límites ni magnitudes,
y una sola palabra contiene todo el universo.
Te esperaré cuando el corazón no hable
con latidos oscuros y los ojos miren sin lágrimas,
en el lugar donde arriban las olas vencidas
y la luz cede ante la distancia.
Pero queda tiempo: aun hay estancias encendidas
en el palacio de la memoria y lecciones por aprender.
Luego te encontraré a la vuelta del alba
o en cualquier suburbio del aire.
Siempre la música fue la señal.
El día que marcaron los dioses en su calendario
de eternidades, los timbales del cielo
y el rumor de las llamas, los juramentos
de los amantes y las historias tristes de los viajeros
sin memoria compondrán una melodía
de claridad nueva tras el humo de tantas batallas perdidas.
La dulce nada nos verá despertar felices en otra vida
sin tiempo ni ceniza.
Al final de la bienaventurada maratón de los placeres,
dije adiós en silencio a mis días más vertiginosos.
Los cantos festivos y los reflejos del vino que al cabo
resultaron familiares, aún vinieron conmigo
un buen trecho hasta ser pasto de la distancia
y la soledad. Quedará el polvo de los sueños
o alguna promesa olvidada como único legado.
Las tierras verdes y su cielo de azores,
donde el aire huele a pan, y nacer y morir sucede
con naturalidad, me ven ya sin armadura.
En mi pecho desnudo de ambición,
quedan solo las medallas que gané, si pude hacerlo,
sin palabras de amenaza; nunca fue la desgracia
premio ni consuelo.
El sol brilla en lo alto del camposanto de agua,
iluminando por igual el origen y la muerte.
En la noche larga que a nadie corrompe, alzo mis manos
con ternura y esperanza hacia las estrellas que muestran
por fin la cumbre: hora es de acudir al lugar de la cita
donde no existen límites ni magnitudes,
y una sola palabra contiene todo el universo.
Te esperaré cuando el corazón no hable
con latidos oscuros y los ojos miren sin lágrimas,
en el lugar donde arriban las olas vencidas
y la luz cede ante la distancia.
Pero queda tiempo: aun hay estancias encendidas
en el palacio de la memoria y lecciones por aprender.
Luego te encontraré a la vuelta del alba
o en cualquier suburbio del aire.
Siempre la música fue la señal.
El día que marcaron los dioses en su calendario
de eternidades, los timbales del cielo
y el rumor de las llamas, los juramentos
de los amantes y las historias tristes de los viajeros
sin memoria compondrán una melodía
de claridad nueva tras el humo de tantas batallas perdidas.
La dulce nada nos verá despertar felices en otra vida
sin tiempo ni ceniza.
- UlisesPoeta en ciernesGenerador de debatePremio a la participación activa en el foroPoema de la SemanaReconocimiento al mejor poema de la semanaMirmidónVeterano del foro
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Re: El violín del fin del mundo
Miér Ene 22, 2020 8:01 pm
Me ha encantado tu poema.
De niño yo quería ser un guerrero que cuando llegaba al final del camino, no miraba hacia atrás, porque lo tenía todo presente.
Y ese orgullo de haber sentido todo, era su recompensa. Música , cielos, tierras...
No hay castigos al final de la escapada.
Sólo entendimiento.
Eso me has traído y te doy las gracias.
De niño yo quería ser un guerrero que cuando llegaba al final del camino, no miraba hacia atrás, porque lo tenía todo presente.
Y ese orgullo de haber sentido todo, era su recompensa. Música , cielos, tierras...
No hay castigos al final de la escapada.
Sólo entendimiento.
Eso me has traído y te doy las gracias.
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Re: El violín del fin del mundo
Jue Ene 23, 2020 12:48 am
Muchas gracias Ulises. Es un placer haber contribuído a acercarte tus recuerdos de la infancia
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