cerrar el círculo

CERRAR EL CÍRCULO


Velas como lápidas, náufragos
generosos que protegéis
el viaje tedioso de las gaviotas,
guardad mi ausencia: también
yo habré de volver.

Había un tigre dormido
al pie del árbol sin labios,
ajeno al sonido indescifrable
del aire en la bóveda
tachonada de libélulas.

En la falda de la montaña
más alta, la noche sobrecoge.
Sombra de ninguna luz,
en ti sucumbe la forma.
Amaneció el arpa que convoca
a los señores del viento.

Más abajo y tan lejos,
civilizados profetas dirigieron
la hecatombe de anodinas huestes
que nunca conocieron ni la fe
ni el orgullo.

Nocturna arena de los cuerpos
como sudario de oro, aquí no llegan
diabólicas cacofonías.
Vuelvo donde las caracolas tienen
música de espumas, y una gota
de sal y luna dibuja el mapa
de los caminos del agua
en el crepúsculo del mundo.