- Pablo Tormo SalesPoeta DestacadoGenerador de debatePremio a la participación activa en el foroPoema de la SemanaReconocimiento al mejor poema de la semanaMirmidónVeterano del foro
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Invisibles
Jue Feb 13, 2020 4:41 pm
INVISIBLES
Muchas veces los vi ocupando un rincón
en las desgastadas escaleras de la catedral
que soporta desde antiguo ásperos pasos indignos
o un desfile de inocentes hacia la revelación.
Él ya no espera nada; a su lado,
su amigo en el abandono dormita.
Llegaron de un paisaje que solo ellos conocen
y compartiendo pan, desprecio y soledad
se volvieron inseparables.
Quizás algún niño acaricie la cabeza del perro
que devuelve con los ojos una sonrisa de gratitud.
La mano del hombre, en cambio, no suplica. Sus labios
apenas murmuran alguna palabra ante las monedas
pues guarda todavía, de entre los pedazos de su vida,
aquél que contiene la dignidad; tampoco mira a nadie,
pues a nadie quiere recordar.
Debió ser largo el camino hasta llegar o volver
y las cicatrices del tiempo y sus obras hablan de desiertos
que guardan la sed del mundo, de ocasos exentos de poesía
y cementerios sin flores ni memoria;.
Y siempre amando mucho y muriendo más.
Ahora sus días transcurren ajenos al porvenir
y la indiferencia de gente con corazones secos
y sueños oscuros, mirada estrecha y felicidad sin brillo.
Alto precio han pagado por su libertad ante las amenazas;
Probaron el agua que no sacia, el filo plateado
de la seducción, y a veces, vieron con pena
que otro amanecer había impedido el regalo
de la noche más larga Sus sueños no tienen límite
ni censura: discurren a salvo de jueces de sombra.
Como pájaros cobijados en la infinitud de un aire
sin edad, la leve claridad de la noche
vela su descanso hasta que mañana, de nuevo,
campanas como olas han de saludarles
mientras que ellos, en silencio, comenzarán otro día,
invisibles y capaces contra el infortunio.
Muchas veces los vi ocupando un rincón
en las desgastadas escaleras de la catedral
que soporta desde antiguo ásperos pasos indignos
o un desfile de inocentes hacia la revelación.
Él ya no espera nada; a su lado,
su amigo en el abandono dormita.
Llegaron de un paisaje que solo ellos conocen
y compartiendo pan, desprecio y soledad
se volvieron inseparables.
Quizás algún niño acaricie la cabeza del perro
que devuelve con los ojos una sonrisa de gratitud.
La mano del hombre, en cambio, no suplica. Sus labios
apenas murmuran alguna palabra ante las monedas
pues guarda todavía, de entre los pedazos de su vida,
aquél que contiene la dignidad; tampoco mira a nadie,
pues a nadie quiere recordar.
Debió ser largo el camino hasta llegar o volver
y las cicatrices del tiempo y sus obras hablan de desiertos
que guardan la sed del mundo, de ocasos exentos de poesía
y cementerios sin flores ni memoria;.
Y siempre amando mucho y muriendo más.
Ahora sus días transcurren ajenos al porvenir
y la indiferencia de gente con corazones secos
y sueños oscuros, mirada estrecha y felicidad sin brillo.
Alto precio han pagado por su libertad ante las amenazas;
Probaron el agua que no sacia, el filo plateado
de la seducción, y a veces, vieron con pena
que otro amanecer había impedido el regalo
de la noche más larga Sus sueños no tienen límite
ni censura: discurren a salvo de jueces de sombra.
Como pájaros cobijados en la infinitud de un aire
sin edad, la leve claridad de la noche
vela su descanso hasta que mañana, de nuevo,
campanas como olas han de saludarles
mientras que ellos, en silencio, comenzarán otro día,
invisibles y capaces contra el infortunio.
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