Aquel atardecer

Hoy vi un atardecer de alma alborada,
parecía llorarme en un baño de luz, y
aunque sus lágrimas secaban aún en las esquinas,
ante el ocaso, vi su alma derrotada.

Quedó un abrasador calor remanente,
inhumano, calcinando mis pensamientos,
quemando de ellos una flor creciente,
dejándolos huérfanos y desatentos.

Ahora mis semanas juegan con sus turnos,
en mi calendario, abundan los capicúas,
testigos de como mi tiempo se extenúa,
en su latoso ciclo diurno.

Sin saberlo, me enamoré de aquel atardecer egoísta.

Por su culpa, deambulo en un desierto,
dónde ningún árbol se avista,
y aunque mi obsesión con el exista,
busco una sombra dónde ser cuerdo.

Son hermosos los atardeceres. Si ese atardecer te dejo huella será un bonito recuerdo. Muy bien. Te felicito.