Frías tardes-.

En las que se disparaba el amor
como una bola semejante a fuego
del infierno, sometidos constantemente
al impetuoso campo de batalla de
su majestad incierta y detenida en
el crisol de la cultura. Como un frío
alfil de ajedrez corresponder la emboscada
con tiros a quemarropa que atravesaban
oscuramente la piel, mientras niños del tamaño
de un peón, asesinaban lentamente al címbalo
del campanario. Infancia consistente
en agujeros metódicamente perforados
en axilas ojos mecanos vientres, que irisaban
la voluntad impostergable renacida entre dientes
parcos a la hora de danzar o bailar. Rituales
de la cordura, en que avanzar hasta la otra orilla,
serena, tranquilamente, seducía a los infantes
con sus cuerpos estrenados en la avalancha de la tierra
madre original. Y cuerpos, sobre todo cuerpos.
Zonas del desencanto que amortiguaban los golpes
a la deriva de un barco naufragado, arremetiendo
continuamente contra los arrecifes enfrentados,
y sus diademas de flores intimidadas por el ruido
idiota de una salva de cañones.
Círculos de planetas que originaban la cosmogonía
de irreprimibles ansías de aves emplumadas como serpientes
zonas vigías, torres peleadas con los puños y las aves
compatriotas mías. Y un ambicioso plan para enumerar
estrategias de abandono, entre los huesos colgado el eterno
cartel de se alquila, un brazo, un cuerpo, un rosario infantil
de despojos.
Y aquellas águilas contrarias, adolescentes centinelas
de un patrimonio heredado que no les pertenecía, cual
sombras del territorio levemente proscrito, como atardeceres
en la nieve.
Sepelios del desánimo, que oscuramente brotaban
de peces serpientes y anacondas del desaliento ovillado
en los pies imberbes, renaciendo a fuerza de olas, apostando
al calvario de las luces en avenidas de patrias rotas.
La luz ocasional de las primaveras danzantes
clausurando el eterno anhelo
del día de los enamorados enterrados.
Cual barco en la nevada.
Cual sombra fugitiva de alas divididas.

®

Este poema tiene algo de laberíntico o rizomático. Es como una canción que, tras la primera escucha, aún no tienes claro si te ha gustado, pero que intuyes que con cada nueva escucha descubrirás nuevos sonidos y armonías. Así de primeras, la parte final es la que más me ha convencido por sus metáforas y expresiones afortunadas como "pies imberbes".

Saludos.

He de decirte, que la canción en sí, siempre me atrajo. Por ello, al escribir, quizás surjan constantemente rimas que hacen más asequible, pienso, la coordinación entre versos complejos. De todos modos, he de admitir, igualmente, que no sé si tienen mucho sentido mis extrañas composiciones. Gracias por opinar, saludos-.