Suelo centenario-.

Ya nadie mira el suelo.
Troncos helados perfuman
el aire inquieto que silba
entre las acacias desorientadas.
El cielo es un hacha de doble filo.
Con estrategias diminutas de
famélicas aves migratorias.
El suelo, se llena de fango y lodo,
oscuridades de clínicas ahogadas
en su vómito.
Miro el suelo y palpitan en él
fragmentos de pinares vetustos.
Bosques decaídos que ahuyentaron
sus raíces frutales.
El hombro de mi fugacidad
gime enloquecido, vulva inabordable
de sexo austero y adormecido.
Y el pavimento, me ríe, y yo con él,
río.

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Todo lo que alguna vez fue está en el suelo. De ahí su riqueza, y de ahí la necesidad de observarlo con detenimiento. Tus poemas siempre tienen ese velo misterioso que hace más sugerente su lectura.

Un abrazo.

Bueno, en realidad Óscar, yo no los llamo poemas, me refiero a ellos como poemitas, es decir, pequeñas palomitas lanzadas al azar, que luego ascienden o vuelan, o permanecen en el suelo, inmóviles. Gracias por tu apreciación y un abrazo-.