- Raúl MuñozMirmidónVeterano del foro
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La visión
Mar Jun 04, 2024 10:11 pm
I
Con sigilo la urdimbre recordando
aquilata la ausencia de los días,
esperando, sin mí, languideciendo
sin motivo evidente en los espejos
esquilados de sombra sin imagen.
Extrañado, viviéndome alejado
sin la vida ausentándome en coronas
de cuchillos y láminas de esponja,
en jardines del sol enamorados
y burbujas melosas con esmoquin.
Orfandad que se extiende inamovible,
presurosa ambidiestra con el cuerpo
extendido en crisólitos brillantes,
que socavan el tiempo en aureolas
enquistándose a espacios anodinos.
Desprovista del todo complaciente,
la sorpresa se viene apresurada,
alumbrando piadosa la ignorancia;
me rescata restándome los días,
de cabeza en visiones sin imagen.
Extendidas mis manos apuntalan,
jubilosas, la vida insobornable
de cometas y lágrimas fugaces
que redimen galaxias del pecado,
devolviendo la paz a las estrellas.
De matices preñándose la estela
del translúcido sueño sobresale,
repoblando visiones imposibles;
melodías dulzonas ondulantes,
endulzando los vientos del ocaso.
El volumen encéfalo licuado
en mi lengua; velamen transparente,
destilando los ácidos sombríos,
fabricando el licor de primaveras
embriagadas de mí en bodegones.
Se abalanzan los ojos alucinan
inocentes la estera incorruptible,
circundando vacíos esponjosos
del morir y vivir resucitando
en visiones del verbo desposado.
II
Sin moverme de sitio me traslado,
impasible contemplo la escritura,
traspasando los huesos enterrados;
deshaciéndome en sombra del recuerdo,
olvidando estaciones solitarias.
Diluyendo las lágrimas borrosas,
me solazo imprevisto en disyuntiva
mansedumbre del árbol en crisoles;
alejadas mis manos de la esfera,
me subyugo dichoso a la belleza.
Plenitud del descanso en las posadas,
transitar del olvido en chimeneas,
azuzando los leños, las mentiras
de las sombras danzando por el humo,
sin razón, sin sentido abandonadas.
Orillando el vacío en la mirada,
delimito los vuelos de las aves;
desprovisto de dobles intenciones,
transparente desciendo en espirales,
vadeando lagunas de la ausencia.
Por las alas me abismo remontando
la visión ensanchada de horizontes;
me descubren las manos del orfebre,
muletillas creadas a destiempo,
que soportan las grises golondrinas.
En sonatas girando por la rueca,
aprendiendo en los ojos de la nieve
el olvido del sueño laminado;
luminoso en las pléyades profundas
que incursionan el rostro de los vientos.
Extraviándome asciendo atravesando
los portales azules del paisaje;
acullá de cruzadas invisibles,
por los aires movido visualizo
la oquedad del espacio en mi locura.
Suspirando broquelo ventanales:
liberada mi boca de los hilos,
vulnerable y dorada se diluye
por la sombra del verso desvelando
la visión de palabras balbucientes.
Inasible blancura de la fiebre,
caligrama de huesos ensamblados:
Ezequiel que examina deslumbrante
la derrota dulcísima de humildes
voladuras de sesos y calambres.
III
Insinuando la aurora, las canciones
anegadas en voces saborean
el centeno en los labios de la noche,
que aniquila la nívea ricura
de los versos del ángel en la fragua;
corazones inundan de centellas,
fertilizan colinas y florecen
los efluvios carnales de las pieles,
despuntando la lúcida barriga
de la luna eclipsada en los espejos.
Soledades de arroyos bienhallados
en el breve silencio de la peña;
mariposas temblando por las flores,
demasiado despiertas, anhelantes
de las mieles profundas del vacío.
Convertidos los días amasados;
humedales muriendo sin nosotros,
que existimos sin ser visualizados,
que seguimos soñando sin nosotros
en visiones sin forma de los cuerpos.
Con sigilo la urdimbre recordando
aquilata la ausencia de los días,
esperando, sin mí, languideciendo
sin motivo evidente en los espejos
esquilados de sombra sin imagen.
Extrañado, viviéndome alejado
sin la vida ausentándome en coronas
de cuchillos y láminas de esponja,
en jardines del sol enamorados
y burbujas melosas con esmoquin.
Orfandad que se extiende inamovible,
presurosa ambidiestra con el cuerpo
extendido en crisólitos brillantes,
que socavan el tiempo en aureolas
enquistándose a espacios anodinos.
Desprovista del todo complaciente,
la sorpresa se viene apresurada,
alumbrando piadosa la ignorancia;
me rescata restándome los días,
de cabeza en visiones sin imagen.
Extendidas mis manos apuntalan,
jubilosas, la vida insobornable
de cometas y lágrimas fugaces
que redimen galaxias del pecado,
devolviendo la paz a las estrellas.
De matices preñándose la estela
del translúcido sueño sobresale,
repoblando visiones imposibles;
melodías dulzonas ondulantes,
endulzando los vientos del ocaso.
El volumen encéfalo licuado
en mi lengua; velamen transparente,
destilando los ácidos sombríos,
fabricando el licor de primaveras
embriagadas de mí en bodegones.
Se abalanzan los ojos alucinan
inocentes la estera incorruptible,
circundando vacíos esponjosos
del morir y vivir resucitando
en visiones del verbo desposado.
II
Sin moverme de sitio me traslado,
impasible contemplo la escritura,
traspasando los huesos enterrados;
deshaciéndome en sombra del recuerdo,
olvidando estaciones solitarias.
Diluyendo las lágrimas borrosas,
me solazo imprevisto en disyuntiva
mansedumbre del árbol en crisoles;
alejadas mis manos de la esfera,
me subyugo dichoso a la belleza.
Plenitud del descanso en las posadas,
transitar del olvido en chimeneas,
azuzando los leños, las mentiras
de las sombras danzando por el humo,
sin razón, sin sentido abandonadas.
Orillando el vacío en la mirada,
delimito los vuelos de las aves;
desprovisto de dobles intenciones,
transparente desciendo en espirales,
vadeando lagunas de la ausencia.
Por las alas me abismo remontando
la visión ensanchada de horizontes;
me descubren las manos del orfebre,
muletillas creadas a destiempo,
que soportan las grises golondrinas.
En sonatas girando por la rueca,
aprendiendo en los ojos de la nieve
el olvido del sueño laminado;
luminoso en las pléyades profundas
que incursionan el rostro de los vientos.
Extraviándome asciendo atravesando
los portales azules del paisaje;
acullá de cruzadas invisibles,
por los aires movido visualizo
la oquedad del espacio en mi locura.
Suspirando broquelo ventanales:
liberada mi boca de los hilos,
vulnerable y dorada se diluye
por la sombra del verso desvelando
la visión de palabras balbucientes.
Inasible blancura de la fiebre,
caligrama de huesos ensamblados:
Ezequiel que examina deslumbrante
la derrota dulcísima de humildes
voladuras de sesos y calambres.
III
Insinuando la aurora, las canciones
anegadas en voces saborean
el centeno en los labios de la noche,
que aniquila la nívea ricura
de los versos del ángel en la fragua;
corazones inundan de centellas,
fertilizan colinas y florecen
los efluvios carnales de las pieles,
despuntando la lúcida barriga
de la luna eclipsada en los espejos.
Soledades de arroyos bienhallados
en el breve silencio de la peña;
mariposas temblando por las flores,
demasiado despiertas, anhelantes
de las mieles profundas del vacío.
Convertidos los días amasados;
humedales muriendo sin nosotros,
que existimos sin ser visualizados,
que seguimos soñando sin nosotros
en visiones sin forma de los cuerpos.
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