SOLEDAD

De soledad vivo cautivo en celda, de gentes rodeado
contemplo siluetas, desde mi ventana de mudos barrotes
carente de sombras, en  mi estancia de puerta abierta, atrapado
en eterno batallar (a sabiendas perdido) de molinos y Quijotes.

Poseído me hallo por la pena, que bajo su capa me envuelve
como un títere por hilos invisibles, a su antojo manejado
o una pelota que tiras contra la pared y siempre vuelve
a menudo intento en vano desterrarla, con nulo resultado.

Lejos de liberarme, con más fuerza la siento, estrangulándome
al igual que Sísifo, rodando la piedra una y otra vez colina arriba
ni la quiero ni la deseo, pero ahí está día tras día, violándome
tiempo perdido en diálogos, a cada paso se torna más destructiva.

No sé si he de rendirme o seguir luchando, resulta desalentador
convivir con la sensación, que el mundo termina entre estas cuatro paredes
y que mi vida pasa por delante de mí, siendo un mero espectador
que no logra tomar las riendas de un caballo desbocado, y detener no puedes.

La soledad puede ser una gran amiga. Pero también un hilo que nos sujeta paralizándonos, o que nos impide vivir aquello que sabemos que está ahí fuera, casi alcance de los dedos, ahogando esperanzas. Tu poema transmite, Miguel, es impresionante.

Gracias Nuria
celebro que te guste.
Qué pena la soledad, sobre todo en personas mayores
que viven solas y no tienen a nadie
una lástima, como la sociedad arrincona
a gentes muy válidas en su momento
y como pago a su contribución, aparta para que
no molesten.
Un saludo, amiga.

Así es. Arrinconar es el término correcto. Es decepcionante, pero la vida se ha vuelto fría, hay poca empatía y comprensión, lo que prima es vivir bien sin molestias. Pero todos llegaremos a ese punto, que nadie se sienta a salvo de la indiferencia ajena. Un saludo, Miguel.

Gracias Rafaela por tu comentario
es verdad perenne compañera
para mucha gente por desgracia.
Un saludo.