- Óscar Bartolomé PoyFundador del ParnasoGenerador de debatePremio a la participación activa en el foroInsignia de oroDistinción al poeta que obtiene el reconocimiento de los demás compañerosPopularidadGalardón al poeta cuyos temas gustan a la comunidadMirmidónVeterano del foro
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Todas las chicas guapas saben cantar (Crisi I)
Sáb Jun 06, 2015 5:48 pm
–¡Y con esto puedo dar por concluida la obra! –exclamó, eufórico, el escritor, ignorante de la ingenuidad de sus palabras. (Pronto aprendería que una obra nunca se termina; antes se termina el autor.)
Porque al día siguiente, mientras releía lo que había escrito la noche anterior, le pareció que algo no estaba bien, que había fragmentos nebulosos, ripios y otros aspectos mejorables. Sin más dilación, se puso a corregir el texto de principio a fin. Unas veces era algo tan sencillo como sustituir un adjetivo por otro –para lo que echaba mano del socorrido diccionario de sinónimos–; en otros casos el cambio consistía en alterar el orden de una frase o dividir un párrafo en dos; y en otras ocasiones, las más excepcionales y complejas, añadía un pasaje descriptivo, una acotación entre guiones o una digresión que entonces se le antojaba insoslayable para explicar las motivaciones del personaje y mantener la coherencia interna del relato sin desfallecer el pulso de la narración.
<< Anotaciones para un relato:
“Y ésta es la historia de una adolescente conflictiva en un barrio humilde de Londres. “
¡Pero qué coño digo! No voy a contar esa historia. Es vulgar, y ya la han contado otros.
Volvamos a empezar:
“Linimento. Eso fue lo primero que me vino a la cabeza en el momento de correrme. ¿Por qué linimento y no anacardo? O rododendro, o linóleo. O mejor aún, ¿por qué no las tetas saltarinas de Adrienne Barbeau? O los labios carnosos y lúbricos de Mae West –¿Llevas una pistola en el bolsillo, o es que te alegras de verme?–, aquéllos con los que Dalí hizo un sofá –jodido pervertido fetichista–. Sí, eso hubiera tenido más sentido. Qué extraña asociación de ideas. ¿Qué tendré en la cabeza?”
Hum. Sí, este relato me gusta más. Mucho más. Apostaría a que también le gustaría al mismísimo Hank Chinaski, o a su factótum. Podría titularlo “El retrato de Sasha Grey”. No, mejor no. Qué espantoso título. Eso suena a pornografía barata o revista sicalíptica. Creo que seguiré escribiendo sobre ello, pero mejor lo dejo para otra ocasión, cuando esté más ebrio. La lucidez espanta el ingenio. Venga otro trago de alcohol.
Es cierto que algunas de estas modificaciones parecerían baladíes a un ojo poco avisado, pero en la mente de un escritor la más insignificante de las piezas, mal colocada, compromete el orden del conjunto, y una ficha de dominó arrastra a todas las demás hasta derribar el mosaico.
Aun cuando los cambios introducidos sean mínimos, la obra ya no es la misma que la del día anterior, como tampoco el autor es el mismo hoy que ayer. Ni lo será mañana. Todo está en continuo cambio. La persona que se levanta no es la misma que la que se acuesta. Algo ha cambiado en él, incluso mientras duerme, porque los sueños también son una experiencia; y cada experiencia, cada impresión recibida, adultera nuestra percepción de la realidad. De ahí que el escritor, al releer su obra veinticuatro horas después, la vea distinta –muy parecida a como la dejó, sí, pero distinta–, como si hubiera mudado de plumas y piel. Como si le hubieran salido motas o escamas o manchas de tinta. No se puede enjaular una obra. Mañana el autor tendrá otros ojos, otro sentido de la belleza, y su perfeccionismo –porque no se puede ser artista y no buscar la perfección en cada obra– le hará coser, hilar, zurcir, parchear hasta la extenuación en la rueca del ingenio. Nunca quedará satisfecho. Siempre verá imperfecciones y tratará de limarlas, pero la uña que se lima vuelve a crecer, y el cabello que se corta vuelve a crecer. Crear es una enajenación, una exageración, un extravío, un estado de embriaguez. Sólo lo sabe quien alguna vez creó.
La obra es un animal carroñero que se nutre de los desechos de nuestro día: imágenes, palabras, sentimientos…, todo le alimenta y todo lo devora –nos devora– hasta engordar como un súcubo de vientre abotargado. Ahora es más grande que cuando empecé –parece un sapo de piel terrosa y buche marsupial–. Y esto no ha hecho más que empezar.
Porque al día siguiente, mientras releía lo que había escrito la noche anterior, le pareció que algo no estaba bien, que había fragmentos nebulosos, ripios y otros aspectos mejorables. Sin más dilación, se puso a corregir el texto de principio a fin. Unas veces era algo tan sencillo como sustituir un adjetivo por otro –para lo que echaba mano del socorrido diccionario de sinónimos–; en otros casos el cambio consistía en alterar el orden de una frase o dividir un párrafo en dos; y en otras ocasiones, las más excepcionales y complejas, añadía un pasaje descriptivo, una acotación entre guiones o una digresión que entonces se le antojaba insoslayable para explicar las motivaciones del personaje y mantener la coherencia interna del relato sin desfallecer el pulso de la narración.
<< Anotaciones para un relato:
“Y ésta es la historia de una adolescente conflictiva en un barrio humilde de Londres. “
¡Pero qué coño digo! No voy a contar esa historia. Es vulgar, y ya la han contado otros.
Volvamos a empezar:
“Linimento. Eso fue lo primero que me vino a la cabeza en el momento de correrme. ¿Por qué linimento y no anacardo? O rododendro, o linóleo. O mejor aún, ¿por qué no las tetas saltarinas de Adrienne Barbeau? O los labios carnosos y lúbricos de Mae West –¿Llevas una pistola en el bolsillo, o es que te alegras de verme?–, aquéllos con los que Dalí hizo un sofá –jodido pervertido fetichista–. Sí, eso hubiera tenido más sentido. Qué extraña asociación de ideas. ¿Qué tendré en la cabeza?”
Hum. Sí, este relato me gusta más. Mucho más. Apostaría a que también le gustaría al mismísimo Hank Chinaski, o a su factótum. Podría titularlo “El retrato de Sasha Grey”. No, mejor no. Qué espantoso título. Eso suena a pornografía barata o revista sicalíptica. Creo que seguiré escribiendo sobre ello, pero mejor lo dejo para otra ocasión, cuando esté más ebrio. La lucidez espanta el ingenio. Venga otro trago de alcohol.
Es cierto que algunas de estas modificaciones parecerían baladíes a un ojo poco avisado, pero en la mente de un escritor la más insignificante de las piezas, mal colocada, compromete el orden del conjunto, y una ficha de dominó arrastra a todas las demás hasta derribar el mosaico.
Aun cuando los cambios introducidos sean mínimos, la obra ya no es la misma que la del día anterior, como tampoco el autor es el mismo hoy que ayer. Ni lo será mañana. Todo está en continuo cambio. La persona que se levanta no es la misma que la que se acuesta. Algo ha cambiado en él, incluso mientras duerme, porque los sueños también son una experiencia; y cada experiencia, cada impresión recibida, adultera nuestra percepción de la realidad. De ahí que el escritor, al releer su obra veinticuatro horas después, la vea distinta –muy parecida a como la dejó, sí, pero distinta–, como si hubiera mudado de plumas y piel. Como si le hubieran salido motas o escamas o manchas de tinta. No se puede enjaular una obra. Mañana el autor tendrá otros ojos, otro sentido de la belleza, y su perfeccionismo –porque no se puede ser artista y no buscar la perfección en cada obra– le hará coser, hilar, zurcir, parchear hasta la extenuación en la rueca del ingenio. Nunca quedará satisfecho. Siempre verá imperfecciones y tratará de limarlas, pero la uña que se lima vuelve a crecer, y el cabello que se corta vuelve a crecer. Crear es una enajenación, una exageración, un extravío, un estado de embriaguez. Sólo lo sabe quien alguna vez creó.
La obra es un animal carroñero que se nutre de los desechos de nuestro día: imágenes, palabras, sentimientos…, todo le alimenta y todo lo devora –nos devora– hasta engordar como un súcubo de vientre abotargado. Ahora es más grande que cuando empecé –parece un sapo de piel terrosa y buche marsupial–. Y esto no ha hecho más que empezar.
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- María LópezPoeta DestacadoGenerador de debatePremio a la participación activa en el foroMirmidónVeterano del foro
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Re: Todas las chicas guapas saben cantar (Crisi I)
Dom Jun 07, 2015 9:27 pm
Me ha encantado, Óscar, me parece tan cierta esta historia, que nunca se concluye...sobre todo, como al día siguiente, puedes tirar a la papelera todo lo escrito el día anterior...y si no que te lo diga mi papelera. Me gustó mucho, esa ironía que tan sutilmente manejas.
Abrazo.
_María
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La primera tarea del poeta es desanclar en nosotros una materia que quiere soñar.
Gastón Bachelar.
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Re: Todas las chicas guapas saben cantar (Crisi I)
Dom Jun 07, 2015 9:36 pm
María López escribió:Me ha encantado, Óscar, me parece tan cierta esta historia, que nunca se concluye...sobre todo, como al día siguiente, puedes tirar a la papelera todo lo escrito el día anterior...y si no que te lo diga mi papelera. Me gustó mucho, esa ironía que tan sutilmente manejas.
Abrazo.
_María
No sé si recordarás, pero en un poema en prosa poética que publiqué hace algún tiempo en otro foro comenté que era un fragmento de una obra mayor. Pues bien, ésta es dicha obra, que, debido a su extensión, he decidido publicarla en capítulos, o crisi, en homenaje a 'El Criticón' de Baltasar Gracián.
Una obra nunca se concluye; es como el lenguaje, un organismo vivo en continua transformación. Nosotros, los escritores, la damos por concluida en una falsa sensación de plenitud para no caer en un bucle infinito y muy, muy obsesivo.
Iré publicando paulatinamente aquí los capítulos hasta concluir la obra inconclusa.
Un fuerte abrazo, María.
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Re: Todas las chicas guapas saben cantar (Crisi I)
Lun Nov 11, 2019 9:09 pm
Es trepidante y, desde el principio, sientes que estás devorando un capítulo más de un libro que te tiene atrapado, "Y esto no ha hecho más que empezar."
Ese súcubo de vientre abotargado se me ha grabado en la mente para mucho tiempo, seguramente.
Continuaré...
Ese súcubo de vientre abotargado se me ha grabado en la mente para mucho tiempo, seguramente.
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Re: Todas las chicas guapas saben cantar (Crisi I)
Mar Nov 12, 2019 12:53 pm
M.G.Hernández escribió:Es trepidante y, desde el principio, sientes que estás devorando un capítulo más de un libro que te tiene atrapado, "Y esto no ha hecho más que empezar."
Ese súcubo de vientre abotargado se me ha grabado en la mente para mucho tiempo, seguramente.
Continuaré...
Gracias a tu comentario he vuelto a releer este fragmento de una obra mayor. Entiendo que al lector le dé pereza ponerse a leer algo tan extenso, y más en un foro. Aun así, a la luz del hombre que ahora soy, no estoy del todo insatisfecho con aquello que escribí in illo tempore.
Gracias por traerlo de vuelta.
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