Que no me lo diga nadie

Buenos Aires y Madrid son dos mujeres vestidas de ciudades, 
dos mujeres que se aman.
Un amor que durante muchos años se escondió de los prejuicios dentro de un armario,
bien en el fondo
donde no alcanzan a ver 
los ojos más curiosos.

Los sé porque me lo contó 
el puente aéreo que las une,
siempre que pueden se mandan flores, se escriben versos y programan encuentros 
que nunca llegan.
Tienen sueños urbanísticos, 
se imaginan que el Rastro
está en San Telmo,
Caminito en Lavapiés, 
y que la calle Corrientes 
toma de la mano a la Gran Vía.
Trasnochan juntas por los teatros, por las librerías,
y en los bodegones  
se fusionan los menús como haciéndose el amor.

Madrid abrocha su vestido 
con la M 30, 
y Buenos Aires presume de su perfil más húmedo, 
con el río de la Plata.
Un ancho mar de agua dulce 
que tiene
enfrente al vecino,  
que todavía le duele
este amor del mismo sexo.
No porque sea homófobo 
ni mucho menos, 
sino porque lleva una vida entera enamorado de su vecina.
Supongo que se le pasará, 
__Montevideo es buena gente,
y por supuesto que como vecino es impecable.

Mientras tanto 
el metro viaja en el subte
desde Atocha a Constitución, 
 y el bus de línea se toma el bondi 
de Palermo al cielo y siempre se deja un agujero para mirar 
a Madrid.

Que nadie me diga
que esto no es amor,
   que no 
        me lo diga 
                        nadie.

Otra gran muestra de tu talento poético. Has escrito tu particular "historia de dos ciudades". Nunca faltan la originalidad y la sensibilidad en tus versos.

Saludos, Roberto, y gracias por compartir.

Gracias Óscar tu siempre estimulas mucho , gracias por tu lectura

Muchas gracias Ellie Woonlon por tu lectura