sin título

L


Renuncio a la ciudadanía
de los atardeceres,
del fuego, de otoños y mareas.
No distingo
versos o ceniza, ninguna
voz enamorada.

Llueve en la carretera y cada vez siento más frío. Nada a la vista
escepto el viento que no cesa en sus advertencias. Pesa el tiempo
sobre los hombros, más solo tu nombre suena en la noche desierta.

Ni los silencios
que restauran el orden
en el alma,
los allegretos de las fuentes,
y los pinos de sombras
protectoras, veo.

Un gallardete culmina la torre: solo quise ser Jeromín en el patio
de armas. Un pájaro aletea en mi pecho si te nombro. Los astros
dibujan tu cuerpo en lo alto de la noche: a ti mis manos de humo.

Antes podía soñar y luego
buscar lo soñado
sin prisa,
urgentemente. Ardieron
las multitudes,
solo tu permaneces.

No hay estrellas en mi pasaporte ni azules bergantines. La lluvia
a  nadie avala pero me define y absuelve. Quien certificará rosas
ni lágrimas. Solo amor y oscuridad hay en la memoria de los ojos.

No habitaré más
ocasos que tiñen de sangre
las hojas. El viento
pasa sin aquél perfume
de sal y pasión. Adiós pues
a todo lo que fue.

No sé si es porque nos cuesta abstraernos de esta situación tan atípica que estamos viviendo, y ello crea sesgos cognitivos, que en los primeros versos he creído reconocer un evocación del presente, aunque al seguir leyendo que ya me he dado cuenta de que no.

Me han gustado los encabalgamientos y, en general, la disposición versal. Hay un lapsus en "excepto".

Saludos, Pablo.

Gracias Óscar. No se de dónde salió la "s",porque en el origunal poe supuesto que no está. Pensé en esta disposición para enfatizar un poco los cambios que el tiempo obra en nosotros.

Me ha gustado mucho leer este poema tan intenso.
Un saludo

Hoy tu poema ha sido más como esa lluvia que nombras. Y has llovido con ella.

Gracias Ulises. Es cierto; siempre hay sombras de nostalgia en mis poemas